Allen pasará a la historia como uno de los tantos padres que impulsaron las nuevas tecnologías y la informática en camino hacia la era de Internet, solo que se bajó del barco antes de lo esperado. A pesar de que fundó Microsoft en 1975 junto a Bill Gates cuando apenas tenían 22 y 19 años, Allen abandonó el proyecto en 1983 debido a la misma enfermedad que le ha llevado a la tumba, el linfoma no Hodgkins, un tipo de cáncer del tejido linfático (que se encuentra en los ganglios, el bazo y otros órganos del sistema inmunitario. Es aquí donde están los glóbulos blancos).
A pesar de no presenciar desde dentro el auge de la empresa en los 90, era copropietario de la misma, por lo que su fortuna comenzó a crecer a marchas agigantadas hasta alcanzar en los últimos años la friolera de los 20.000 millones de dólares. Al menos, la revista Forbes le situaba en el ranking de los hombres más ricos de EEUU en el puesto número 21 en 2017. Pero gran parte de su vida ha dedicado todo este dinero a la filantropía y a la investigación. De hecho, se calcula que ha donado en vida al menos 2.000 millones de dólares, así como diversas contribuciones al Allen Institute for Brain Science (unos 500 millones de dólares) que han servido para impulsar la investigación en biociencia en los últimos 15 años.
Otra de sus pasiones fue impulsar el deporte en Estados Unidos. Fue dueño de los Portland Trail Blazers de la NBA, los Seattle Seahawks de la NFL, y los Seattle Sounders, de la MLS.
Hace un par de semanas anunció su recaída y aseguró que lucharía para superarla, pero finalmente la enfermedad ha podido con él.
Su amigo Bill Gates ha mandado un comunicado en el que asegura estar «con el corazón roto por uno de mis amigos más antiguos y más queridos». Su familia también ha lanzado un mensaje: «Mientras que la mayoría le conoció por su faceta como tecnólogo y filántropo, para nosotros era un muy querido hermano y tío, además de un amigo excepcional. La familia y los amigos de Paul estuvieron bendecidos por haber experimentado su ingenio, calor, generosidad y su profunda implicación».
Detrás del avión más grande del mundo
Desde hace 7 años, Allen invirtió también mucho dinero en construir la aeronave más grande jamás construida, con 117 metros de ancho. Lo hizo a través de su empresa Stratolaunch Systems, quien trabaja en hacer los primeros vuelos de prueba y que espera surcar los cielos en 2020. Por el momento se encuentran en test de velocidad y es que el avión, que llevará el nombre de Allen, es una mole importante.
Alberto Pascual García