El empresario José María Aldaya, secuestrado por ETA durante 340 días, se destrozó las caderas a causa de las vueltas que dio en su pequeño agujero para no quedar inactivo y por miedo a enloquecer. Natascha Kampusch, otra joven austríaca secuestrada desde los 10 a los 18 años en un zulo de cinco metros cuadrados, pudo soportar las vejaciones sexuales de su captor con sus recuerdos felices, los libros que él le suministraba, planes de futuro y pensamientos positivos que aún hoy intenta ordenar por escrito. ¡Soñaba con alcanzar la fama! Renunció a orar cuando descubrió que Wolfgang Priklopil, el criminal, también rezaba. Superó, como la mayoría de las personas aisladas, sus problemas de desnutrición y de circulación, pero las heridas de su trauma siguen abiertas y los médicos tratan de que aprenda a aceptar su fragilidad. “Nunca le será posible olvidarlas, pero sí podrá aliviarlas y vivir con dignidad”, dice su psiquiatra Max Friedrich, que en estos momentos trata también a la familia Fritzl. Cuando la liberaron, el médico Friedrich alertó del riesgo de una segunda victimización por la divulgación morbosa de detalles de su cautiverio. A Natascha, como a tantos secuestrados, se le achacó Síndrome de Estocolmo. “Desde el sofá no se puede juzgar. Cuando se quiebra el mundo interior, el ser humano tiene que desarrollar un mecanismo de adaptación psicológica para aminorar el dolor”, indica Colino. Uno de ellos es establecer un vínculo emocional con el torturador. Durante su cautiverio en manos de las FARC, la abogada colombiana Clara Rojas tuvo un hijo con un guerrillero. El modo de desafiar una experiencia de aislamiento, igual que otro trauma en la vida, está condicionado por muchos factores. Francisco Colino los ha plasmado en Superando el trauma. La vida tras el 11-M: recursos intelectuales previos, autoestima, valores y creencias, pero también las peculiaridades de cada secuestro y el apoyo afectivo y social que tenga la víctima en su familia y en su entorno. Por supuesto, también interviene la edad. Cuántas veces se ha hablado de cómo se desarrolla el cerebro a partir de la experiencia traumática temprana y el efecto de esta en la salud, el aprendizaje y la conducta.
¿Es posible superarlo?
El psicólogo A. Colino aconseja:
-Aceptar el hecho.
-Aliviar los síntomas más graves, normalmente con psicofármacos.
-Compartir la experiencia con profesionales.
-Navegar por lo traumático para salir de ello.
-Elaborar los hechos e hilarlos para almacenarlos en la memoria.
-Sufrir el duelo por la pérdida (cuando la hay).
-Bloquear el pensamiento voluntario.
-Reorganizar el sistema familiar y la vida cotidiana.
-No aferrarse al rol de víctima.
-Orientar el futuro y establecer nuevas metas y relaciones.
-Aprender a reinterpretar positivamente el suceso.
Redacción QUO