El mago, muy hábil, consiguió distraer, relajar y, sobre todo, dirigir la atención del neurocientífico, preparando su mente mucho mejor para sufrir una ilusión. Explica Martín-Loeches que el cerebro está preparado para entender e interpretar las leyes de la física, que son las que funcionan en la vida cotidiana. En la magia, estas leyes parecen cambiar, y desde este punto de vista el mago hace cosas maravillosas que nos sorprenden.
¿Qué ha ocurrido? El estado cerebral que provoca la sorpresa ha sido estudiado en laboratorio (imagen dcha.). Una de las ondas que aparecen es la llamada P300, que se produce 300 milisegundos después del acontecimiento. Esta onda, presente de forma casi constante en los espectadores, recorre parte de nuestro sistema cognitivo: los lóbulos frontales y el hipocampo. Precisamente, esta es una pieza importante de nuestro sistema de las emociones y tiene un papel crucial en la memoria. Recordamos mejor lo que más nos impresiona.
Redacción QUO