En las primeras sociedades de homínidos, nuestros antepasados ya cuidaban unos de otros si estaban convalecientes, como lo demuestra el hallazgo de huesos soldados después de sufrir una fractura. Un estudio del antropólogo alemán Felix Warneken ha demostrado que a partir de los 18 meses, los bebés pueden comportarse de manera altruista. El investigador lo observó en un experimento en el que vio cómo los niños ayudaban por iniciativa propia a otras personas a colocar objetos. Por primera vez hay indicios de que el surco temporal superior posterior es una de las regiones cerebrales vinculadas con la solidaridad. Lo han descubierto en la Universidad de Duke (EEUU) gracias a un experimento con resonancias magnéticas, que revelaron una intensa actividad en dicha área cerebral cuando los voluntarios se comportaban con generosidad.
Redacción QUO