Las noticias sobre la desaparición del avión de Air France procedente del Aeropuerto Internacional de Galeao (Río de Janeiro) que volaba hacia París hablan de dos circunstancias técnicas y meteorológicas que pueden estar involucradas en el accidente. Entre ellas, el posible impacto de un rayo durante una tormenta.
¿PUEDE UN RAYO TUMBAR UN AVIÓN? En vista del modo en que se fabrican y de las precauciones técnicas que se toman hoy día, es muy difícil. De hecho, desde 1969 no se ha producido ningún accidente aéreo achacable a un rayo (por ejemplo, el vídeo de un vuelo de Quantas y de otro avión comercial demuestran que son casi inofensivos) . Hoy día, los aviones, cuyos fuselajes son de aluminio principalmente, está diseñados para que hagan pasar la corriente de un extremo a otro, y para que en ningún caso se introduzcan en la cabina, u otras partes internas. Algunos modelos están además cubiertos con un tipo de fibra que reduce la corriente que pasa por el fuselaje.
Otra posibilidad de la que se habla es la de que la fuerte corriente eléctrica perturbara el funcionamiento del instrumental de vuelo, pero de nuevo la normativa internacional obliga a que los aparatos vitales queden lejos de la cobertura exterior, y a que estén especialmente revestidos de aislamiento.
Por último, la hipótesis de que una chispa hiciera explotar el combustible tampoco resulta fácil, ya que todas las juntas de las piezas (y especialmente las del tanque y los conductos del queroseno hasta los motores) son revisadas constantemente para no permitir el paso de chispas. Además, los carburantes para aeronaves se están refunando cada vez más para evitar vapores inflamables. Las puertas y otras zonas practicables también están ideadas para ser ignífugas.
LAS TURBULENCIAS. Se habla, en primer lugar, de que la zona que sobrevolaba es propensa a la formación de turbulencias en aire claro. Este tipo de turbulencias son producto del contacto entre dos masas de aire que se desplazan a muy diferentes velocidades.
Su gran peligro es que los radares del avión no lo detectan, ni tampoco hay forma de intuirlas visualmente (porque no forman nubes ni otro tipo de fenómenos). Suelen darse entre las laderas de dos montañas cercanas, en zonas bajas cerradas o en, como puede ser el caso, en altitudes similares a los a 35.000 pies a los que viajaba el Airbus desaparecido. Puede que allí la gradiente del viento sea transversal.
Recientemente, en QUO nos hacíamos eco precisamente de una tecnología que podría ayudar a predecir este tipo de turbulencias, gracias a un software desarrollado por la Universidad de Georgia (EEUU) que, desgraciadamente, aún no ha llegado a implantarse en las aeronaves.
¿CÓMO LOCALIZARLO? El problemainicial fue localizar el aparato, aunque las esperanzas de hallar pasajeros con vida ya son nulas. El avión (como todos) está dotado del sistema ACARS, una tecnología que envía a los centros de mantenimiento del avión con datos con la situación técnica del avión cada pocos minutos.
Pero una vez accidentado, es probable que deje de enviarlas. Entonces es cuando se activan las balizas de emergencia que pueden indicar dónde ha caído el avión. Pero la zona donde se supone que se ha hundido el Airbus de Air France puede tener unos 3.000 de profundidad, lo cual puede impedir la llegada de las señales.
Por último, el seguimiento del avión, una vez que sale de la cobertura de los radares, se realiza cada 10 minutos por radio (con bastante poca calidad, por cierto). Porque la verdad es que el sistema GPS (el mismo que utilizamos en el coche) no está homologado, e incluso se prohíbe abordo, tal como cuenta en su blog Martin Varsavsky, experto en telecomunicaciones.
Redacción QUO