Las ovejas Soay llevan 25 años menguando su tamaño medio. Un grupo de científicos encabezados por Tim Coulson, del Imperial College de Londres (Reino Unido) ha pasado todo ese tiempo midiendo pacientemente a cada nueva generación. A pesar de que lo lógico desde el punto de vista de la ventaja evolutiva habría sido encontrar ejemplares cada vez más grandes, los resultados demuestran una tendencia contraria.
Tras analizar los datos con modelos informáticos, los científicos han llegado a la conclusión de que ese extraño proceso tiene una causa esencialmente climática: como los inviernos son cada vez más suaves, los corderos recién nacidos no necesitan crecer tan rápido para superarlos con vida. Y parece que arrastran las consecuencias hasta el fin de sus días.
Pilar Gil Villar