OPERACIÓN RETORNO
Haber perdido la virginidad tampoco es obstáculo en estos tiempos para poder volver a lucir como una doncella. Basta con pasar por el quirófano para falsificar el himen a golpe de bisturí. Según la cirujana estética María José Barba, una de las pioneras en España en himenoplastia o cirugía de reconstrucción del himen, el 80 por ciento de sus pacientes son musulmanas y gitanas de 19 a 25 años con una motivación religiosa y cultural. En Europa viven unos 20 millones de musulmanes y, aunque la mayor parte se ha integrado en los cánones occidentales, la virginidad hasta el matrimonio no deja de ser un precepto inamovible. Otro 15% de la clientela son prostitutas de lujo que han encontrado en esta operación un nuevo nicho para su negocio. Solo un cinco por ciento recurre a la cirugía como un juego erótico más en una nueva relación, o para satisfacer alguna fantasía sexual de su pareja.
Tres perfiles muy diferentes y tres modos distintos de entender (o más bien acatar) la sexualidad femenina. Tantos como los motivos que alega el hombre para sostener el mito de la virginidad: “Religioso o étnico, sentimiento de posesión o morbo”, según explica la doctora Barba.
Los cirujanos están divididos. Algunos lo consideran una injuria contra la libertad femenina y su integridad física. “Frente a cirugías de restauración de clítoris, que implican un resarcimiento, la himenoplastia es el acatamiento de un legado vergonzoso”, denuncian las organizaciones feministas. La doctora Barba aduce que: “Siendo cierto lo anterior, está en juego la vida de sus pacientes, que a menudo son golpeadas, maltratadas e incluso asesinadas por haber mantenido una relación”. Unos y otros reclaman un debate valiente.
En Bélgica, las mujeres reciben ayudas públicas para zurcir su himen mediante cirugía gracias a alguna triquiñuela legal que permite el reembolso si el médico registra la operación como una reconstrucción vaginal postparto. Se hace en secreto y procurando el anonimato. España no dispone de estadísticas fiables del número de himenoplastias, pero en la Comunidad de Madrid supera las 600 cada año.
En algunos países del Caribe, como República Dominicana, donde el 44 por ciento de las niñas de 11 años ya ha mantenido relaciones sexuales, según el Instituto de Sexología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, estas operaciones son clandestinas, sin control ni rigor profesional.
Mientras, el mito de la virginidad sigue cotizando tan alto que en estados como Países Bajos y Alemania hay que rendir cuentas al fisco. Recientemente, a una joven alemana que subastó su virginidad, Hacienda le reclamó la mitad de sus ganancias, al equipararlo con la prostitución, una práctica por la que en su país hay que declarar.
En el mundo siguen existiendo actualmente numerosas comunidades y culturas en las que el placer de “perder la honra” se convierte en un estigma y provoca el repudio de la mujer como esposa, además de otras consecuencias fatales. Se estima que cada año mueren asesinadas más de 5.000 adolescentes, debido a la «deshonra» de haber sido violadas; en muchas ocasiones por miembros de la propia familia, un delito que se considera menor en ciertos países islámicos.
Redacción QUO