Lo natural. Surge una nueva necesidad (por ejemplo, un cambio de trabajo).
El organismo se activa, y esto es lo natural y saludable.
Se dispara el nervio simpático y se liberan adrenalina y otras hormonas del estrés.
El dilema. No podemos con esa nueva situación. Buscamos energía extra para mantener la alerta, y ese “subidón” hormonal se mantiene en nuestro organismo innecesariamente.
Agotamiento. No podemos gestionar esa sobrecarga. El organismo no cumple bien sus funciones digestivas, circulatorias, respiratorias y reproductoras. Aparecen los síntomas típicos del estrés.
Redacción QUO