En los últimos años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido sobre una creciente epidemia de soledad: los índices se han duplicado en los últimos 50 años.

Ahora, un nuevo estudio, publicado en International Psychogeriatrics y liderado por Dilip Jeste, pone sobre la mesa una cara específica, preocupante y sorprendente al tema de la soledad.

Los resultados muestran que la soledad moderada a severa persiste durante la vida adulta, pero es particularmente aguda durante tres períodos: finales de los 20, mediados de los 50 y finales de los 80.

La soledad también es más frecuente de lo esperado. Tres cuartas partes de los participantes del estudio informaron niveles moderados a altos de soledad, utilizando una escala de evaluación bien establecida. La cifra representa un aumento sustancial de las estimaciones de prevalencia en la población general de los Estados Unidos, que han oscilado entre el 17 y el 57 %.

Mientras tanto, en España, las cifras son proporcionalmente similares, de acuerdo con el INE.

“Esto es digno de mención – afirma Jeste – porque no se consideró que los participantes en este estudio tuvieran un alto riesgo de soledad moderada a severa. No tenían trastornos físicos importantes. Tampoco sufrían enfermedades mentales importantes como depresión o esquizofrenia, en las que podría esperarse que la soledad sea problemática. Aunque el grupo tenía claras limitaciones demográficas, estos participantes eran, en general, personas normales».

Excluyendo la evidencia de soledad leve, que los autores señalan como común y que se espera que aparezca ocasionalmente a lo largo de la vida adulta, los investigadores encontraron que la gravedad y la edad de la soledad «tenían una relación compleja», alcanzando un pico en períodos específicos tanto en hombres como en mujeres. No hubo diferencias de sexo en la prevalencia de la soledad, la gravedad o las relaciones de edad.

De acuerdo con la coautora, Ellen Lee, los hallazgos traen tanto malas como buenas noticias. En el lado negativo, la soledad moderada a severa parece ser altamente prevalente en la vida adulta. “La soledad – concluye Lee – parece estar asociada con todo lo malo: la mala salud mental, el abuso de sustancias, el deterioro cognitivo y peor salud física, incluida la desnutrición, la hipertensión y el sueño interrumpido. En lo positivo, las personas que se consideran más sabias son menos solitarias. Eso puede deberse al hecho de que los comportamientos que definen la sabiduría, como la empatía, la compasión, la regulación emocional, la autorreflexión, contrarrestan o previenen eficazmente la soledad”.

Juan Scaliter