Ese es el truco de las hormigas para orientarse en sus largas y tortuosas incursiones. Además de servirse de la posición del sol, contar sus pasos y detectar marcas visuales, resulta que son capaces de procesar varios olores distintos a un tiempo. También tienen en cuenta la posición que ocupa en el espacio la fuente de cada olor.
En el Instituto Max-Planck de Ecología Química de Jena (Alemania) han comprobado que usan sus antenas de forma independiente para detectar esos olores y formar con ellos un mapa «en estéreo» de los aromas de un lugar.
Pilar Gil Villar