No todas son cojoneras, algunas moscas curan. Las larvas de la especie Lucilia sericata han comenzado a utilizarse en España para tratar heridas que no acaban de cicatrizar, y el tejido, en lugar de regenerarse, se necrosa (muere). Funciona como un antiséptico y facilita la regeneración de la parte interna de la piel. En el Hospital Clinic de Barcelona la han usado con éxito en dos pacientes como terapia alternativa frente a las convencionales como la pomada. Al aplicarse en las heridas, las larvas actúan selectivamente: terminan con las células muertas y respetan el tejido vivo del organismo.
El efecto de las larvas es conocido desde mediados del siglo XIX cuando los médicos castrenses comprobaron que mantenían más limpias las heridas de guerra de los soldados. Desde los años 80 se utiliza habitualmente en Estados Unidos, Reino Unido y Alemania, donde hay laboratorios que las producen mediante procedimientos estériles y bajo severos controles de calidad.
Redacción QUO