La primera escuela de entrenamiento para perros se fundó en la I Guerra Mundial, en Alemania, como ayuda para los soldados que quedaron ciegos por ataques con gas mostaza. La idea se le ocurrió al médico Gerhard Stalling durante una caminata con uno de sus pacientes. Tuvo que apartarse del hombre un momento y le ordenó a su pastor alemán que le hiciera compañía. Cuando volvió con ellos, se sorprendió de que ambos hubieran continuado el paseo sin problema alguno.
Redacción QUO