La buena noticia sobre el VIH/sida es que desde hace más de una década la infección no es una sentencia de muerte, la mala es que el desarrollo de medicamentos que la han convertido en una enfermedad crónica y el olvido de los años duros del sida ha llevado a muchas personas a bajar la guardia.
Un estudio presentado en el último congreso del Grupo de Estudio del Sida, Gesida, revela que cuatro de cada diez infectados por VIH se diagnostican tardíamente, una tendencia que viene reflejando en los últimos años la Encuesta Nacional de Salud (ver gráfico por edades).
Según el vicepresidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, SEIMC, José María Miró, “esta circunstancia tiene gran trascendencia porque el riesgo de transmitir la infección es mucho más elevado en los pacientes que se diagnostican tarde y el riesgo de muerte, a pesar del tratamiento antirretroviral, es mayor”.
Aunque globalmente el contagio se ha frenado en el mundo, reduciéndose un 21% entre 2005 y 2010, en algunos grupos, como homosexuales y bisexuales, se ha producido un repunte en los últimos años porque las campañas de prevención no funcionan. “Han bajado la guardia y ya no perciben riesgo de infección del sida”, apunta José María Miró.
Lo llamativo es que son jóvenes de alto nivel cultural, que en principio tienen información sobre los métodos para prevenir la infección. Según los especialistas, hay un dato clave: la década de los ochenta y comienzo de los noventa, cuando el diagnóstico de sida era mortal, les suena a las nuevas generaciones a prehistoria. Por ello,los especialistas insisten con motivo del Día Mundial contra el Sida en que las personas que hayan tenido prácticas de riesgo se hagan la prueba del VIH.
Redacción QUO