Sobre el papel, sería un modo fantástico de deshacernos limpiamente de toda esa molesta basura. El Sol es un reactor nuclear constante que tiene 330.000 veces la masa de la Tierra; podría engullir decenas de miles de toneladas de desechos nucleares con la facilidad con que un fuego forestal consume una gota de gasolina. La NASA posee en la actualidad dos sondas orbitando al Sol, así que ya disponemos de la tecnología para llevarlo a cabo. Los beneficios serían muy altos.
Un incinerador estelar
Sin embargo, no existe una agencia espacial o una firma privada con un inmaculado historial de lanzamientos. Y no estamos hablando de cohetes baratos: en marzo de 2011, un transporte relativamente simple para el lanzamiento del satélite Glory de la NASA, valorado en 424 millones de dólares, se desvaneció en el sur del océano Pacífico. Ya es una desgracia la pérdida de un satélite en el océano, pero la cosa es más grave aún si el cohete transporta unos cuantos cientos de kilos de uranio. Y si se incendia, podría quedar suspendido durante meses en la atmósfera, llenando el planeta de basura radiactiva. ¿Sigue pareciéndonos una buena idea?
Redacción QUO