Y en dicha tradición se inspiró Diddo (nombre de guerra utilizado por un escultor holandés) para crear esta sorprendente obra: una calavera humana hecha con cocaína. El artista obtuvo la sustancia de un laboratorio de San Francisco, poniendo como condición que tuviera un grado de pureza similar al de la que se consume en las calles de cualquier ciudad. La pieza pesa casi tres kilos y sus dimensiones son de 12 x 18 x 22 centímetros (medidas parecidas a las de un cráneo real). Para fabricarla, el artista tuvo que mezclar la droga con gelatina, con el fin de hacer que la cocaína fuera lo suficientemente compacta como para poder moldearla. Al preguntarle el precio de la obra, Diddo bromeó: “Un traficante se haría de oro si la vendiera en pequeñas dosis”.
El dato: 20 % era el nivel de pureza de la droga usada para moldear la figura.
Redacción QUO