El cliente mete el coche en una plataforma que se encuentra a ras de suelo y en la planta baja. Allí hay unos sensores que miden el coche y se aseguran de que está plenamente metido en el palier de transporte.
El conductor se baja de él y, en los casos en los que no hay un operador, pulsa un botón que le entrega un tique. En ese momento, el sistema informático elige en qué plaza libre va a colocarlo, en función del tamaño, ya que suele haber plantas con nichos para turismos y otras para vehículos más grandes (siempre hasta un máximo de 3 toneladas).
También en función del peso y el tamaño, el programa elegirá un elevador u otro. Cuando volvemos a recoger el automóvil, podemos salir de frente, porque el robot se encarga previamente de girar la plataforma en la que lo transporta.
Estos parkings suelen tener más de una cabina de recogida y entrega, ya que aceptan que más de un robot trabaje simultáneamente.
Enviada por Jimena Medina García
Redacción QUO