Que reír alarga la vida es una creencia popular, más que un hecho demostrado. Reír es sinónimo de paz interior, de felicidad, y eso libera determinados neurotransmisores, como la serotonina, que proporcionan al ser humano una enorme sensación de equilibrio interior (se conoce como la “hormona de la felicidad”). Así que no por ser su antagónico podemos decir lo contrario acerca de llorar; de hecho, también es bueno.
Llorar da salida a una gran tensión interior, a liberar la ansiedad y aliviar la tristeza, lo que, de forma diferente, también nos da serenidad. El llanto facilita la asimilación y la aceptación de la ausencia de los seres queridos, por ejemplo. Es verdad que si el sufrimiento es muy continuo, sí puede acortar la vida. Pero siempre es bueno llorar cuando se tiene necesidad; y no es aconsejable reprimir el llanto de otro, sino acompañarlo. Se podría decir que cada pérdida (personal o material) origina una determinada cantidad de lágrimas, que están contadas; tanto mejor cuanto antes se viertan.
Redacción QUO