Siempre se había creído que la boa constrictor mataba a sus presas ahogándolas, que las enrrollaba con su cuerpo y las sometía a un presión tal que acababa asfixiándolas. Pero, ahora, una investigación realizada por Scott Boback, un profesor del Dickinson College de Pennsylvania, ha demostrado que esto no es así.
Boback y su equipo observaron que para matar a una rata por asfixia se necesitaban varios minutos, pero que a la boa le bastaba con poco menos de sesenta segundos para acabar con ellas. Esto implicaba que la causa de la muerte debía de ser otra. Y, efectivamente, los investigadores descubrieron que esta serpiente acaba con sus presas al cortarles la circulación sanguínea. La terrible presión que ejerce con su cuerpo sobre las ratas, hace que la sangre no pueda volver al corazón y se produzca un fallo cardíaco.
Este hallazgo se suma a otro que el propio Scott Boback realizó hace tres años, en 2012. Descubrió entonces que las boas son capaces de sentir los latidos del corazón de sus víctimas, y que siguen presionando mientras estas mantienen sus constantes vitales. Usando ratas muertas equipadas con un corazón artificial, Boback y sus compañeros vieron como la serpiente presionaba con fuerza mientras el corazón emitía señales similares a los latidos. Pero, cuando los científicos detenían su funcionamiento por control remoto, la serpiente aflojaba dicha presión al considerar que su presa ya había fallecido.
Redacción QUO