Basta con un papel enrollado y un libro para comprobar cómo la particular estructura de los huesos les confiere una enorme resistencia y les permite soportar sin problemas el peso del resto del cuerpo.
Si pones el canutillo tumbado sobre la mesacon el libro encima, obtendrás… una hoja aplastada.
Cuando Galileo Galilei demostró que, si se construyen un tubo hueco y un tubo sólido con el mismo peso y del mismo material, el tubo hueco es más fuerte, estaba poniendo voz a un conocimiento que el hombre llevaba dentro desde siempre, en sus huesos.
Un principio que desde su formulación ha sido ampliamente empleado por los ingenieros. Y es que el cuerpo humano es una obra de ingeniería.
La fortaleza de los huesos se debe principalmente a su estructura interna, construida a partir de miles de unidades tubulares compactadas en torno al perímetro del hueso: los sistemas haversianos.
Estos sistemas se disponen en la dirección en la que el hueso soporta mayores tensiones, y le confieren su asombrosa combinación de resistencia y ligereza: gramo a gramo, el hueso es más fuerte que la madera, el hormigón o el acero.
Redacción QUO