Los aficionados a matar de vez en cuando a Castro u otros personajes públicos como si fueran Kenny de South Park van a tener que andarse con cuidado, y es que unos ingenieros ajenos a la red social del pajarito han puesto en marcha un nuevo ‘código’ matemático que funciona como una ‘máquina de la verdad‘, gracias a un algoritmo capaz de aprender por si solo sin que el programador intervenga ¿El objetivo? Desacreditar los rumores antes de que se propaguen.
El nuevo código de programación para medir la veracidad de los tuits ha sido elaborado por Carlos Castillo, Marcelo Mendoza y Barbara Poblete que previamente habían realizado una investigación sobre la veracidad de los tuits durante la cobertura del terremoto en Chile. El estudio donde se detallan las nuevas ‘armas antirumorología’ será publicado el próximo mes en Internet Research. «Prediciendo la Credibilidad de la Información en Redes Sociales» es, sin duda, un análisis de gran interés para profesionales de la información, de la gestión de emergencias o la ayuda humanitaria. Los autores han evaluado 200.000 tuits emitidos a lo largo y ancho del planeta durante momentos relevantes de índole social y han encontrado que hay diferencias muy significativas en la forma en que se propagan.
Ya en 2010, un análisis realizado por el equipo de investigación de Yahoo! valoró el comportamiento de los usuarios en Twitter durante el sismo ocurrido en Chile. Ratificaron lo que los tuiteros ya sabían: que en ocasiones se legitiman noticias que nunca sucedieron, como ya pasó con el rumor antes de que realmente ocurriese la muerte de Fraga, los múltiples fallecimientos de Castro o las falsedades difundidas durante el que fue calificado como el sexto terremoto más devastador de toda la historia (pánico en supermercados, cierre del aeropuerto de Santiago,…). Pero eso quizás sea una de las cosas más importantes e interesantes de Twitter: separar el grano de la paja.Y es que, como bien dijo Mark Twain: «Una mentira puede viajar al otro lado del mundo mientras la verdad aún se está poniendo sus zapatos.»
Redacción QUO