Uncomunicado de la agencia italiana de noticias Ansa afirma que el papa Benedicto XVI renuncia de su cargo, una dimisión que se hará efectiva el próximo 28 de febrero, por «falta de fuerzas». Según dicha información lo ha anunciado el propio pontífice durante un acto interno de canonización de los mártires de Otranto, afirmando que: «He llegado a la conclusión de que por la avnzada edad ya no tengo fuerzas para ejercer debidamente el mandato petrino». Hay que recordar que la abdicación del Papaera un rumor que viene circulando desde febrero de 2012, cuando el diario Libero planteó por primera vez esa posibilidad.
Pero, ¿puede un pontífice renunciar voluntariamente a su cargo?
Pues sí. El Derecho Canónico establece en el Canon 332, párrafo 2, que: “Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente”.
Respecto a lo cual, el propio protagonista de la noticia, Su Santidad Benedicto XVI, explicó en su libro Luz del mundo que puede un Papa renuciar: «en un momento de serenidad o cuando ya no se puede más». Pero también puntualizaba que no se puede huir: «precisamente en el momento del peligro».
Suceda lo que suceda, lo cierto es que una renuncia papal no sería algo nuevo en la historia vaticana. Aunque para encontrar la más reciente hay que remontarse hasta 1414 cuando Gregorio XII renunció al cargo dos años antes de morir. Fue una renuncia voluntaria aunque también motivada por la delicada situación que vivía el papado y que tenía por fin acabar con el llamado cisma de occidente. Pero no fue el único. En 1294 Celestino V renunció tras declararse sin experiencia en el manejo de los asuntos de la Iglesia, retirándose para dedicarse a la oración y sacrificio.
Y antes de él, en 1032, encontramos el caso de Benedicto IX, curiosamente el pontífice más joven de todos los tiempos, elegido con solo 14 años, por lo que es conocido por los historiadores como el Mozart o el Rimbaud de los Papas. Fue depuesto en tres ocasiones de su cargo tras la última de las cuales, aunque tuvo ocasión de regresar una vez más a ocupar la silla de San Pedro, prefirió no hacerlo.
Otro Benedicto, en este caso Benedicto V, también abdicó en el año 965. Aunque en este caso se trató de una abdicación forzosa, ya que fue declarado usurpador y se forzó su renuncia para reinstaurar en el cargo a su antecesor Juan XII.
Siglos antes, en el año 654, el Papa Martin I, en plena guerra contra las herejías, fue apresado por el emperador de Constantinopla, quien le condenó a muerte, aunque finalmente conmutó su pena a cambio de su abdicación forzosa.
Igualmente forzosa fue la renuncia de Silverio I en el año 537. El pontífice había soliciado la ayuda del emperador de Bizancio, Justiniano, para luchar contra los ostrogodos. Pero la emperatriz Teodora, que estaba enfrentada al pontífice por cuestiones heréticas relacionadas con el dogma, mandó secuestrarlo y le forzó a renunciar en virtud de un nuevo Papa llamado Virgilio I.
Y acabamos esta lista por el principio, con el primero de todos, Ponciano I, que supuestamente habría dimitido en el año 237, aunque no todos los historiadores dan por veraz este hecho.
Redacción QUO