Todos sabemos que se contagian los virus pero, ¿es posible que las alucinaciones se transmitan de una persona a otra? Pues, aunque parezca extraño, si que ocurre. Y un buen ejemplo de ello lo tenemos en Coos Bay, una ciudad del estado de Oregón que, desde hace una semana, padece una rara pandemia de casos alucinatorios.

Todo comenzó cuando los servicios de emergencia recibieron la llamada de una mujer de avanzada edad que denunciaba haber sido asaltada por un grupo de hombres que trataban de sacarla de su coche. Pero los policías que acudieron en su ayuda no percibieron que la mujer presentara ninguna señal de haber sido sometida a un forcejeo.

Dos días después, la misma mujer volvió a telefonear denunciando otro ataque similar. En esta ocasión los agentes la trasladaron a la unidad de salud mental del hospital local. Pero la cosa se complicó aún más cuando los dos policías que la habían atendido también comenzaron a sufrir alucinaciones y extrañas visiones.

Los primeros análisis realizados a las tres personas no mostraron en su sangre restos de ninguna sustancia tóxica, salvo en el caso de la mujer, que usaba parches de fentanilo, un potente narcótico que si puede provocar alucinaciones entre sus efectos secundarios. Pero parece bastante improbable que esa sustancia hubiera afectado también a los dos agentes.

Por si todo eso fuera poco, se produjeron más casos. Ahora, las autoridades barajan dos posibilidades. La primera de ellas, y la que consideran más probable, que haya algún contaminante en el aire o en el agua local que provoque esta situación.

La segunda es menos habitual, pero tampoco se descarta. Y es que en dicha localidad se esté produciendo un caso de Folie à deux, un extraño trastorno psicótico conocido como locura compartida, y que provoca que varias personas padezcan visiones alucinatorias idénticas.

Lo que ocurre, es que este trastorno no deja de ser una rareza psiquiátrica ya que se han diagnosticado pocos casos. Aunque algunos historiadores creen que en algunos acontecimientos del pasado, por ejemplo durante la caza de brujas en Salem, existen indicios de que pudo haberse producido este singular fenómeno.

Lo habitual para que las alucinaciones se «contagien» de una persona a otra es que los pacientes tengan una relación muy estrecha, y que estén sometidos a las mismas experiencias vitales.

De momento, no parece que esas condiciones se cumplan en el caso de Oregón pero, como ya dijimos, las autoridades no descartan ninguna opción.

Vicente Fernández López