Se trata de un tipo de memoria que te permite conocer permanentemente tu situación con respecto a los objetos circundantes, para que puedas avanzar sin ir tropezando con ellos.
Depende de la visión y se desvanece en apenas unos segundos, que son suficientes para que cumpla su función.
Es fácil comprobarlo: localiza un objeto no muy grande en una pared. Sitúate frente a él y señalalo con el dedo.
A continuación baja la mano, cierra los ojos y deja pasar unos cuantos segundos.
Ya puedes intentar señalar otra vez, siempre con los ojos cerrados, la posición en la que ‘recuerdas’ que estaba el objeto. Verás que ya no te acuerdas.
Redacción QUO