El mal humor de Aslan comenzó con un mordisco. Solo tenía dos meses cuando su padre le atacó durante una cacería y hubo que curarle las heridas provocadas por incisivos y zarpas. Las cicatrices del pequeño león blanco se curaron, pero el ataque dejó en él una disposición huraña, cambiante y desconfiada. Ya adulto, su propia dentadura le ha llevado a una nueva pesadilla. La infección en dos de sus colmillos, esenciales para apresar la carne y defenderla del apetito de otros compañeros, agravó su agresividad y su tendencia al aislamiento. Sin embargo, una alianza de buenas voluntades le ha proporcionado una nueva oportunidad: una operación de seis horas en pleno corazón de la sabana. Pero ¿quién decide operar la boca de un león en medio del campo?
“En los dos colmillos fracturados, el nervio había estado expuesto durante años. Es fácil imaginar el dolor que eso supone”
El primer paso lo dioKevin Richardson, fundador y director del Santuario de Vida Salvaje que lleva su nombre, en el que Aslan vive junto a otros 26 leones, 29 leopardos y varios animales salvajes. Él se dio cuenta del sufrimiento de su protegido y comenzó a buscar la solución. Para hacerla realidad, contó con la marca de adhesivos dentales Kukident, interesada en apoyar un proyecto que implicara devolver la fuerza de la mordida a una criatura para la que supone una cuestión de vida o muerte. En una entrevista telefónica Richardson nos relata los detalles:
P ¿Cómo detectó la situación de Aslan?
R Cada león tiene un carácter distinto. A unos les gusta que les rasques la barbilla, a otros que les acaricies la cabeza, y a este le gusta estar solo. Pero empezamos a sospechar que se comportaba con mayor agresividad cuando comía. Al ser un individuo algo huraño, no podía intentar abrirle la boca. Esperé a que bostezara, y así vi que tenía los caninos rotos.
P ¿Y cómo reaccionó?
R Primero le administramos analgésicos, pero enseguida vimos que había que operar. El doctor descartó la posibilidad de sustituir sus colmillos por otros y planteó la opción de extraerlos o practicar endodoncias, pero habría que decidir sobre la marcha, una vez que Aslan estuviera anestesiado. Y para eso había que trasladar aquí todo el equipo, en una acción muy compleja y cara, ya que los médicos tenían que viajar una hora y media desde su hospital.
P ¿Cuándo se decidieron a llevarla a cabo?
R Cuando estábamos planteándonos la intervención, Kukident se puso en contacto con nosotros, porque habían tenido noticia de mi trabajo y deseaban saber cómo podían apoyarme. Les dije: llegan justo a tiempo, porque necesitamos financiación. Y aceptaron.
P ¿Qué coste tiene una operación así?
R Aún no tengo las cifras finales, pero en torno a unos 5.000 euros o más.
P ¿En qué consistió exactamente?
R El especialista que la llevó a cabo, el doctor Gerhard Steemkampf, vio que en los dos colmillos fracturados el nervio había estado expuesto durante años. Es fácil imaginar el dolor que eso puede suponer. La infección de uno de ellos se había extendido ya a la nariz. Además, detectó otros dos incisivos afectados. Finalmente, extrajo un canino, realizó endodoncias en el otro y en un incisivo, y un alargamiento de corona en el segundo. La operación, más complicada de lo previsto, duró seis horas.
P ¿Qué sintió al saber que la dentadura había estado tan afectada tanto tiempo?
R Recibí una lección de humildad del altísimo umbral de dolor de Aslan. Si a mí me molesta un diente, se entera todo el mundo.
P ¿Y el resultado?
R Aslan tardó unos días en recuperarse de la anestesia, pero pocas semanas después ya se le veía más confiado, más propenso a buscar compañía, incluso la mía, y a dejar que se le acercasen. Todo el personal del parque ha notado el cambio. Yo diría que se le ve mucho más feliz.
P ¿Habría sobrevivido sin sus colmillos?
R Es difícil saberlo, los leones se adaptan muy bien a todas las circunstancias. Podría haberse vuelto carroñero, asustando a hienas y otros animales, que no tenían por qué percibir su problema, y robándoles sus presas. Pero su infección se habría ido extendiendo. También podría haber renunciado a comer, sin más.
P ¿Qué tiene de especial un león blanco?
R Nacen muy pocos ejemplares en libertad, por lo general solo en la región de Timbavati (Sudáfrica). Su color se debe a una mutación genética que han de heredar de padre y madre. Pero su atractivo ha llevado a una intensa cría en cautividad, en muchos casos sin respetar el parentesco entre los progenitores, lo que supone una degradación genética de la descendencia. Nosotros denunciamos esas prácticas.
P ¿Cómo comenzó a interesarse por estos animales?
R Hace unos quince años encontré dos cachorros. Si un día antes alguien me hubiera dicho cómo iban a cambiar mi vida, habría contestado «tú estás chalado». Sin embargo, uno de ellos murió de viejo recientemente y yo he podido cumplir lo que prometí aquel día: que iba a cuidarlos para siempre.
P ¿Qué le fascina más de los leones?
R Muchísimas cosas, pero quizá la más destacable es que la gente los considera comedores impulsivos de hombres o máquinas de matar que no tienen miedo a nada. Y de verdad que tienen un lado muy sensible. Sienten miedo y preferen huir a buscar el enfrentamiento. Me interesa mucho ese aspecto, y también que se trata de un felino social, porque viven en grupos familiarescon una dinámica muy peculiar, y esa extrema diferencia entre machos y hembras que supone la melena.
P ¿Qué ha aprendido sobre su vida?
R Que no existe esa idea del macho encargado de su reino al que las hembras proporcionan la comida que cazan. Para empezar, estas sólo tienen éxito con una de cada cinco presas que persiguen. Por su parte, el macho nace en una manada y, cuando su padre empieza a considerarle una amenaza, a él, sus hermanos y sus primos, los expulsa a una sabana amenazadora en la que tienen que buscarse la vida. Un 80% muere en esa etapa, entre los 2 y los 4,5 años, cuando estarán en condiciones de hacerse cargo de su propia manada. Pasan una época muy solitaria a menos que consigan alianzas con otros machos.
P ¿Eso es fácil?
R Tampoco. El acercamiento suele llevar a muchas complicaciones y heridas hasta que se les acepta. Y, una vez que se han ganado al macho, deben convencer también a las hembras, que normalmente no piensan «ah, mira, ahí viene Brad Pitt, vamos a aparearnos con él». No les gusta que se distorsione su estructura familiar, porque además ese macho puede matar a sus cachorros para que ellas vuelvan a entrar en celo. Por tanto, la dinámica de las manadas no es precisamente lo que identificamos con un hogar dulce y feliz. Es bastante difícil.
P ¿Cómo puede acercarse así a estos animales?
R Como entre nosotros, la confianza hay que ganársela. Sabemos que puedes pasar nueve años construyendo una relación y que un incidente la destruya. Más vale andar con cuidado.
P ¿Por qué abrió un santuario de 800 hectáreas?
R En primer lugar para cuidar de los animales de los que me había encargado en la institución en que trabajé con anterioridad. Quería garantizar al 100% que podía controlar cómo terminarían y que hasta entonces vivirían felices y en paz. Nunca pensamos en ser un centro de rescate, pero hace poco hemos aceptado dos leones jóvenes que fueron rescatados de un centro en España. Era uno de esos sitios donde pueden ir a acariciarlos y sólo les daban agua y leche para que no crecieran. Al llegar aquí padecían varias enfermedades metabólicas, sarna, tenían abrasiones y parásitos, estaban a punto de morir. Los trajimos para llamar la atención sobre el sufrimiento de estos animales cautivos en todo el mundo.
P ¿Ustedes no crían en su santuario?
R No, todos nuestros animales reciben anticonceptivos. Es una irresponsabilidad en términos de conservación coger leones criados en cautividad, cuyo origen genético desconoces y soltarlos en la naturaleza.
P ¿Por qué invierte tantos esfuerzos en dar a conocer la situación de los leones silvestres?
R Me preocupa su futuro, por la pérdida de su hábitat y los conflictos con humanos. Hay que hacer algo si queremos seguir viéndolos en libertad dentro de 20 o 30 años. Y hago lo posible por combatir lo que llamamos “caza enlatada”: cuando los cachorros de los animales criados en cautividad para entretener al turismo llegan a adultos, son el objetivo de otros turistas a los que se ofrecen cacerías en recintos casi cerrados, para garantizar que vuelven a casa con un trofeo. En Sudáfrica, esta práctica supone un problema muy grave, contra el que hago campaña con documentales y colaboraciones con ONG.
Pilar Gil Villar