La mezcla es buena. Cuanto más lejano es el linaje entre los miembros de una pareja, más posibilidades hay de que sus hijos sean más altos, más guapos, más inteligentes y hasta de que estén mejor educaditos. Mientras que los niños cuyos padres tienen un parentesco más cercano, son más propensos a sufrir enfermedades genéticas. Esta es una realidad que los biólogos ya sospechaban desde hace tiempo,pero que acaba de ser confirmada por una nueva investigación realizada por la Universidad de Edimburgo.
El equipo de investigadores dirigido por Jim Wilson estudió los historiales biológicos y genéticos de350.000 personas de Asia, África, Europa y América del Norte, descubriendo que existía una estrecha relación entre factores de los hijos, y el «parentesco genético de sus padres». Así, los hijos de padres que eran primos hermanos tenían de media una estatura 1,2 centímetros inferior a la del resto de los niños, y habían recibido también menos estudios.
En cambio, esa «cercanía genética» no suponía ningún obstáculo cuando se analizaron otros factores, como el colesterol o el índice de diabetes. En ese sentido, la salud de los hijos de primos hermanos era practicamente idéntica a la de los niños cuyos padres estaban genéticamente más alejados.
El resultado de la investigación es realmente interesante por lo que sugiere, pero el responsable del estudio, Jim Wilson, advierte que el parentesco analizado influye pero no condiciona de forma irremediable a los hijos. » De hecho, la inteligencia y la capacidad de aprendizaje dependen de muchos factores del entorno». Y pone como ejemplo a Darwin y asu esposa, uno de los matrimonios entre primos más célebres de la historia, pese a lo cual siete de sus hijos vivieorn más de 70 años y fueron distinguidos académicos.
Redacción QUO