Muchas gente enrolla sus luces para almacenarlas, lo cual crea varios bucles en los cabos sueltos conforme las luces van yendo de uno lado a otro del garaje. Andrew Belmonte, profesor de matemáticas en la Universidad de Pensilvania, sugiere jocosamente que un medio de evitar el movimiento que genera nudos es almacenar las luces colgándolas como si fueran salchichas.
Bajo ciertas condiciones, no obstante, no hay manera de evitarlo. El biofísico de la Universidad de California en San Diego, Douglas Smith, y su colaborador, Dorian Raymer, hicieron girar de una en una cuerdas de diversas longitudes en una caja, como calcetines en una secadora. En cuestión de segundos se hizo un nudo en cada cuerda. Tras 3.000 intentos, los investigadores identificaron hasta 120 tipos de nudo, y sus simulaciones por ordenador predijeron que si el experimento continuaba indefinidamente, crearían un infinito número de nudos supercomplejos. La lección es clara: agitar el embrollo de nudos presa de la frustración solo dará lugar a una serie de nudos aún más difíciles.
Pero el experimento también reveló un truco para evitar los nudos. Cuando las cuerdas se empaquetaban cómodamente en la caja, los nudos eran menos enrevesados. «Tiene que haber algo de movimiento para que surjan nudos», dice Smith. «No es nada mágico».
Redacción QUO