Jaguares y dientes de sable gigantes, perezosos del tamaño de elefantes y úrsidos, como el oso de cara corta u oso bulldog que sobrepasaba, cuando erguido, los tres metros de altura y fue, posiblemente, el mayor mamífero cernívoro terrestre con el que convivimos. Todos ellos formaban parte de la megafauna que habitó la Patagonia poco más de 12.000 años atrás. Todos desaparecieron en unos pocos siglos.
Hasta ahora, la razón de dicha extinción había sido un misterio. Pero ahora, un nuevo estudio publicado en Science Advances, señala una posible causa: una “tormenta perfecta” de humanos y aumento de la temperatura.
“La Patagonia es una suerte de Piedra Rosetta – explica el director del estudio Alan Cooper – que nos ha permitido descifrar qué ocurrió durante la última edad de hielo. Gracias a ello sabemos que la colonización humana no fue la causa inmediata de la extinción. De hecho pasaron más de mil años antes que un evento veloz se llevara por delate toda esta megafauna”.
Los investigadores, científicos de las universidades de Colorado Boulder, de Nueva Gales del Sur y de Magallanes, estudiaron ADN de diferentes regiones de la Patagonia para rastrear la historia de diferentes especies y descubrieron que fue la coincidencia de dos factores, la rápida distribución de seres humanos y el brusco aumento de temperaturas lo que, combinado, provocó la extinción masiva y veloz de estos animales. Los únicos que se salvaron fueron los guanacos gracias a una población de estos camélidos que llegó del norte.
“En 1936 – concluye Fabiana Martín, de la Universidad de Magallanes y coautora del estudio – la cueva Fell fue el primer lugar en el mundo que demostró que los seres humanos habían cazado megafauna durante la edad de hielo. Por lo tanto parecía apropiado que usáramos los huesos encontrados allí para revelar el papel que desempeñaron el cambio climático y los humanos en la extinción de la megafauna”.
Juan Scaliter