Estudiar matemáticas nunca ha sido plato de buen gusto para la mayoría de los estudiantes españoles. Pero la dieta del mercado laboral ha cambiado mucho y los futuros universitarios comienzan a ver en esta carrera una interesante barra libre de trabajo duradero y de salarios golosos. Junto a los titulados en Estadística, los matemáticos son los licenciados con menos paro, un 8,2 por ciento según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Sus habilidades son demandadas por instituciones científicas, bancos, aseguradoras, empresas informáticas e instituciones públicas. Tanto que su demanda de profesionales cualificados supera con creces la oferta de aspirantes.
Según un informe de la empresa de Recursos Humanos Randstad, el desajuste entre la oferta y la demanda laboral es un problema creciente. Buena parte de la falta de sincronía se explica por lo novedosos que son los perfiles conocidos como STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por su siglas en inglés). La demanda de trabajadores en estas áreas crecerá el 14 por ciento para 2020, pero 1,9 millones de empleos no se cubrirán por falta de profesionales cualificados.
Las facultades de Matemáticas llevan varios años ofertando dobles titulaciones, como Informática con Matemáticas, que preparan considerablemente bien a estos profesionales. Y las empresas se preparan para darles la bienvenida. Una buena muestra de lo que conlleva la nueva situación se ha puesto de manifiesto en el sector bancario.
Los bancos precisan más empleados con un perfil que los capacite para manejar ingentes cantidades de datos sobre el mundo de sus clientes (big data). Pretenden diseñar todo tipo de productos individualizados a base de cruzar todo tipo de información. Por eso necesitan más profesionales con conocimientos científicos y deshacerse de muchos empleados de sucursal, quienes han visto cómo en los últimos tiempos las operaciones se automatizaban y cómo sus clientes pasaban menos por la oficina y hacían más operaciones por internet. Según los datos publicados por la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), eso significa que los bancos españoles podrían despedir hasta a 14.688 personas en los próximos tres años.
Esta revolución afecta a otros sectores, incluido el de la educación. La labor tradicional del licenciado en matemáticas era la de dar clase a las generaciones posteriores, pero la competencia con la nuevas empresas parece haber desgastado esa función. Es la puntilla que se veía venir: según datos de la agencia de desarrollo local del Ayuntamiento de Barcelona, Barcelona Activa, las matriculaciones en la carrera de Matemáticas descendieron un 62 por ciento entre 2004 y 2010. Teniendo en cuenta que los informes PISA sitúan a los alumnos españoles por debajo de la media de la OCDE, y que muestran que hay pocos estudiantes con niveles altos en conocimientos matemáticos, parece bastante claro que los mejores no acabarán dando clase en los institutos. La pregunta sin respuesta sigue en el aire. ¿Nos quedaremos sin profesores de matemáticas?
Andrés Masa Negreira