Hace unos 10.000 años, mucho antes de la aparición de la agricultura, los cazadores-recolectores decidieron cambiar su estilo de vida. Con este fin, las comunidades comenzaron a establecerse en Oriente Medio y a construir viviendas permanentes, lo que alteró de forma irremediable el equilibrio ecológico. Esto provocó la entrada en nuestras vidas del ratón doméstico, según explica un grupo de investigadores en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Esto ocurrió por algo que los investigadores llaman «comensalismo». Los roedores, viendo que había comida un techo donde guarecerse, vieron en el estilo de vida humana una oportunidad para beneficiarse de nosotros. Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron dientes molares de varios ratones fosilizados con una antigüedad de 200.000 años. Los resultados descubrieron que nuestro sedentarismo influyó en las relaciones de competencia entre dos especies de roedores el Mus musculus domesticus (ratón doméstico) y el M. Macedónico (campestre de cola corta).
Según los datos, los primeros empezaron a convivir con los humanos en los hogares del valle del Jordán hace unos 15.000 años, lo que provocó un aumento notable en su población. Solo disminuía cuando los humanos emigraban a otras zonas. Pero si los humanos echaban raíces durante mucho tiempo en un lugar, los roedores domésticos superaban con creces a los de campo.
Según Lior Weissbrod, codirector del estudio y profesor de la Universidad de Haifa en Israel, «estos hallazgos indican que los cazadores-recolectores de la cultura natufiense -y no los agricultores neolíticos- fueron los primeros en tener una forma de vida sedentaria, lo que dio comienzo a una nueva manera de interacción ecológica y la convivencia con especies comensales como el ratón doméstico».
Fuente: eurekalert.org
Rafael Mingorance