El Hospital Parkland Memorial en Dallas, Texas, ha sido el escenario de una notica que ha causado gran estupor: la muerte de un varón de 31 por las complicaciones surgidas tras realizarse un tatuaje. El hombre, que se había tatuado en una pierna el dibujo de unas en actitud de rezar, y la leyenda «Jesús me salva», ingresó con un cuadro de síntomas que indicaban que estaba sufriendo un choque séptico. La situación ya era tan grave que incluso, sus riñones estaban dañados. El paciente acabó perdiendo la conciencia y falleció unas semanas después.
Pero, ¿realmente puede morir alguien a causa de un tatuaje? Lo primero que hay que aclarar en esta historia es que no fue el tatuaje lo que lo mató, sino una infección producida a posteriori. Uno de los consejos elementales que se les da a las personas que acaban de hacerse un tatuaje, es que eviten mojarse durante varios días la zona de la piel afectada. Incluso, se les recomienda que se la envuelvan en plástico, para evitar cualquier contacto con el agua.
Unas recomendaciones que el protagonista de esta noticia no tuvo en cuenta, ya que tuvo que ser ingresado poco después de haberse bañado en la playa. Y fue precisamente así como se infectó con la Vibrio vulnificus, una bacteria que vive en el agua salada, y a la que se concoe como «comecarne». Es decir, que la muerte del paciente se produjo por una fatalidad realmente poco común, derivada de no haber guardado las precauciones higiénicas necesarias que requieren los tatuajes recién hechos.
No es la primera vez que sucede algo similar. En 2013 se conoció el caso de una joven de Milan llamada Federica Ianmatteo, que falleció por una reacción alérgica a las tintas de un tatuaje. Noticias como esta pueden hacer pensar que los tatuajes son altamente peligrosos. Pero eso es algo que debe matizarse.
Los especialistas afirman que el mayor riesgo que conlleva un tatuaje es el de las infecciones. Un estudio realizado en 2015 por el doctor Robert Harley de la Universidad de Texas, reveló que los tatuajes se habían convertido en la segunda vía de contagio del virus de la Hepatitis C en Estados Unidos. Pero dicho estudio también revelaba que se trataba de tatuajes hechos, en la inmensa mayoría de los casos, en cárceles y por personas que no eran profesionales y que no contaban con la autorización pertinente, y que no se seguían las recomendaciones sanitarias.
El riesgo de contagiarse de este virus o de contraer una infección en los locales de tatuadores profesionales es muy bajo. Lo que si puede ocurrir es que si la persona no sigue las recomendaciones higiénicas que se le hacen, se le infecte el tatuaje. Con todo, los casos en que dichas infecciones provocan secuelas graves o, incluso, fatales, son muy extraños.
Puede decirse, por tanto, que un tatuaje difícilmente puede ser la causa de la muerte directa de una persona. Y los posibles riesgos que pudieran existir a posteriori, son sencillos de evitar eligiendo siempre a tatuadores profesionales y con los permisos pertinentes, y siguiendo las normas de higiene básicas en los días posteriores a haberse realizado el tatuaje.
Vicente Fernández López