Aves, mamíferos, peces, reptiles, seres humanos… da igual ante quien nos encontremos, su reacción, ante una amenaza inmediata, será primar el instinto de supervivencia para salvar su vida. Pero hay una situación en la que casi todos ellos cambian su comportamiento: cuando sus crías están en peligro.
¿Qué provoca que una madre reaccione de esta forma y anteponga la vida de su hijo a la suya propia? Según un estudio publicado en la revista eLife, el secreto está en la oxitocina, más conocida como la hormona del amor. Aunque esto ya se sospechaba, los investigadores, capitaneados por la científica Marta Moita, han tratado de descubrir cuál es el mecanismo más en profundidad. Para ello, contaron con un grupo de ratones que eran madres y que, ante la amenaza sobre sus crías, decidieron enfrentar el peligro para proteger a sus hijos en lugar de huir o tratar de pasar desapercibidas.
Según los investigadores del estudio, «en presencia de sus crías, las respuestas de autodefensa se anulan por la oxitocina». Para demostrarlo, los investigadores entrenaron a varios ratones hembra alejados de sus crías y les enseñaron a relacionar un olor a mentol con una descarga eléctrica. Tras el entrenamiento, los ratones se quedaban paralizados por completo cuando percibían este olor, un método de autodefensa de lo más habitual.
Pero, en presencia de sus crías, todo cambiaba. Las madres no se quedaban paralizadas, sino que trataban de tapar el lugar de donde procedía el olor, amamantar a sus hijos, esconderlos o mantenerlos cerca de ellas. Aunque parezca sorprendente, esta reacción también es normal.
Pero, ¿qué ocurrió cuando los investigadores bloquearon la oxitocina en el cerebro de los ratones? Que estos volvieron a actuar con el instinto de supervivencia, pero hacia ellos mismos y olvidándose de sus crías. Según Moita, posiblemente el comportamiento en seres humanos sea muy similar, pero necesitan hacer los experimentos oportunos para comprobarlo.
Fuente: eurekalert.org
Rafael Mingorance