Que las sábanas y la almohada de la cama en la que dormimos parezcan limpias, no quiere decir que realmente lo estén. Lo normal es que sean un nido de microorganismos y estén llenas de suciedad que no se aprecia a simple vista. Pero, ¿cuánta? Philip Tierno, microbiólogo de la Universidad de Nueva York ha tratado de calcularlo.
Según el especialista, una persona puede producir de media unos 99 litros de sudor durante el tiempo que pasa en la cama en todo un año. y esa humedad contribuye a crear el ambiente ideal para la aparición de hongos. Según el estudio de Tierno, una almohada con más de un año de uso puede tener de media hasta diecisiete tipos diferentes de hongos. Entre ellos se encuentra el Aspergillus fumigatos, un microorganismo infeccioso que puede afectar a los pulmones y al cerebro de las personas inmunodeficientes (los que se ha sometido a trasplantes, los enfermos de sida…), y que acostumbra a anidar en las almohadas sintéticas. se calcula que una de cada veinticinco muertes que se producían en los hospitales, estaba relacionada con este hongo. Desde que ls almohadas hospitalarias se cubren con plástico, el número de casos ha disminuido, aunque el peligro sigue existiendo cuando los pacientes regresan a su casas y duermen sobre almohadas comunes.
Pero también se han detectado otros tipos de hongos similares a los que se encuentran en las duchas y en los lugares muy húmedos. Tal y como explica Tierno, la continua exposición a estos microorganismos puede acabar provocando en las personas reacciones similares a las que experimentaría un alérgico.
A todo eso hay que sumarle las células de la piel, la saliva y las secreciones vaginales y anales que vertimos a las sábanas aunque no las apreciemos a simple vista. Y no podemos olvidarnos de los ácaros del polvo, los restos de polen, y otras sustancias que a través del aire llegan a nuestras camas. Tal y como explica el investigador, afortunadamente no podemos ver con nuestros ojos el resultado de esta singular mezcolanza porque, si lo hiciéramos, seguramente no dormiríamos en ellas.
Pero, ¿hay solución? Tierno recomienda lavar las sábanas al menos dos veces por semana, a una temperatura de entre 50 y 65 grados, y utilizar lejía.
Vicente Fernández López