La araña de espalda roja (cuyo nombre científico es Latrodectus hasselti) es originaria de Australia, y pertenece a la misma familia que la viuda negra. Esta variedad se caracteriza por una costumbre muy peculiar. Durante el rito de apareamiento, el macho tiene que esforzarse por agasajar a la hembra, un proceso largo que puede durar alrededor de los cien minutos. Y si no lo logra de forma satisfactoria, es devorado por ella. Superar esa prueba tampoco es garantía de que se libren de ese final horrible, ya que se calcula que el 12% de los machos son igualmente devorados durante el coito, y el 65% de los que sobreviven resultan heridos.
Pero, ahora, un equipo de investigadores del Laboratorio Andrade de Australia, ha estudiado un comportamiento realmente curioso que practican algunos machos de esta especie. Se aparean con hembras inmaduras, que son de un tamaño muy inferior (las adultas suelen ser más grandes que sus compañeros masculinos), lo que les sirve para evitar ser devorados por ellas, en caso de que el cortejo no resulte lo suficientemente satisfactorio, o resultar heridos durante el coito.
Este tipo de cópula se produce en un momento en el que los órganos genitales y el receptáculo seminal de esas hembras jóvenes ya están desarrollados, pero aún están recubiertos. Por eso, el macho tiene que perforar su abdomen y localizar sus genitales. Aunque esas hembras inmaduras sobreviven a dicha perforación gracias a una nueva muda de su caparazón, y conservan el semen hasta su madurez, en la que ya pueden procrear.
Pero, según los autores del estudio, este comportamiento también tiene sus ventajas para esas hembras jóvenes. Aunque sean las hembras adultas las que lleven «la voz cantante» (por decirlo de alguna manera), tampoco tienen garantizado que vayan a encontrar un macho con el que aparearse en su edad adulta. Y, dado que las hembras que se aparean viven de media más tiempo que las que no lo hacen, éstas acaban obteniendo también un beneficio.
Este comportamiento, aunque llamativo, no es infrecuente, ya que se los investigadores han calculado que un tercio de las hembras de esta especie que son fecundadas aún no han alcanzado la edad adulta.
Vicente Fernández López