Nada menos que 110.000 preservativos repartió la organización de los juegos de invierno de 2018 entre los participantes, lo que supone una media de unos 38 por atleta. Con semejantes cifras lo fácil es imaginar que la vida en la villa olímpica está repleta de frenésí sexual. Pero la percepción cambia si se tiene en cuenta que la mayoría de ellos no se han usado. ¿Por qué?
Pues tal y como explica la organización, porque entre muchos deportistas de élite existe la creencia de que tener relaciones sexuales antes de la competición puede afectar a su redimiento. ¿Pero hay alguna base en esa idea? Lo cierto es que los estudios realizados no han encontrado muchos indicios que la sostengan.
De hecho, dos investigaciones realizadas en 1968 y 1995, revelaron que no había diferencias en el rendimiento de atletas que tenían relaciones sexuales antes de competir, y aquellos que practicaban la abstinencia. incluso hay estudios que afirman que el sexo podría tener beneficios psicológicos para los deportistas de élite, al aumentar su bienestar y reforzar su autoestima.
El principal problema, es que muchos de estos deportistas sufren lo que se conoce como efecto nocebo, es decir, la versión negativa del placebo. Si ellos están convencidos de que practicar el sexo puede afectar negativamente a su rendimiento deportivo, muy probablemente ocurrirá. Una especie de profecía autocumplida. Por eso, los especialistas insisten en la necesidad de combatir este mito tan arraigado.
Vicente Fernández López