En muchas ocasiones, la habitualidad de una costumbre hace que no nos preguntemos cuál fue el origen de la misma, por ello hemos querido recordar por qué se hacen “minutos de silencio” siempre que ha habido una muerte que ha conmocionado a una sociedad. No tenemos que irnos muy lejos, porque fue en Portugal donde se realizó por primera vez. Desde entonces ha ido evolucionando con el paso de los años y hay muchas variantes, tanto en tiempo como en forma.
[image id=»95304″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Este gesto de respeto por una persona fallecida tuvo lugar por primera vez en la historia el 13 de febrero de 1912 en el Senado del país luso. ¿La razón? La muerte del barón de Río Branco y ministro de exteriores, José María Paranhos. Fue el más largo de los que se conocen en estos últimos 100 años. El diario de sesiones lo recogía de la siguiente manera:
“Propongo que la sesión se interrumpa durante 10 minutos, y que los señores senadores permanezcan en sus escaños y en silencio durante ese escaso tiempo”.
De esta forma, todos los senadores se mantuvieron en el más puro silencio desde las 14:45 hasta las 14:55 de ese mismo día.
Como 10 son muchos, mejor hagamos 3
Seis años después, en 1918, en los últimos coletazos de la I Guerra Mundial, el alcalde de Ciudad del Cabo, Sir Harry Hands, recibió la noticia de que su hijo había fallecido en una operación con armas químicas. Este joven, Reginald Hands, era bien conocido por la sociedad: era un jugador de rugby y cricket que decidió alistarse en el ejército para luchar en el frente occidental como artillero. Ante la búsqueda del más puro silencio por parte de su padre para mostrar sus respetos por la muerte de su hijo y de otros jóvenes, decidió un 13 de mayo de 1918 que toda la ciudad callara durante 3 minutos.
Mejor 2, para que no se alargue
[image id=»95303″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Tras el final de la I Guerra Muncial, el periodista y soldado australiano Edward Honey, se fue a residir en Londres. Un 8 de mayo de 1919 decidió enviar una carta al periódico Evening News con el pseudónimo Warren Foster, en la que pedía que cuando se cumpliera la hora úndécima, del undécimo día, del undécimo mes (11/11 a las 11:00) se homenajeara a los más de 20 millones de caídos con 5 minutos de silencio. La fecha coincidía con el primer aniversario de la firma del tratado de armisticio que daba por finalizada esta primera gran guerra, por lo que Honey consideraba que era una forma muy correcta de rememorar a los fallecidos.
La idea llegó hasta el Rey Jorge V del Reino Unido quien vio con buenos ojos este homenaje y decidió que fuera de dos minutos y no de 5 como se había planteado en un primer momento.
Lo más habitual, 60 segundos
A partir de entonces, son muchos los tipos de minutos de silencio que se hacen. El más habitual dura tan solo 60 segundos y suele bastar para mostrar el respeto por un hecho que haya impactado a la sociedad y en el que haya habido algún fallecido. Pero sigue habiendo muestras que pueden durar más tiempo, si así se decide, en caso de que el fallecido tenga una mayor importancia para quienes asisten a ese gesto de respeto.
Alberto Pascual García