¿Tenías que trabajar hasta tarde pero prometiste que irías a casa de tu abuela el mismo día que tu mejor amigo decidió hacer la fiesta del año? Nadie puede abarcarlo todo. Aún así, hay veces que lo intentamos.
El miedo a perderse (conocido como FOMO) nos afecta a todos, aunque bien es cierto que no de igual forma. Se caracteriza por hacernos sentir ansiosos o deseosos de vivir un evento o situación interesante que está ocurriendo en otro lugar diferente al que nos encontramos. Y las redes sociales no ayudan, mostrando sin descanso publicaciones e imágenes sobre todas y cada una de las maravillosas experiencias que tus amigos y familia están disfrutando sin ti… Un sentimiento que puede llegar a ser agotador.
Un reciente post publicado en Psychology Today discute la base científica del FOMO, y las consecuencias psicológicas que se pueden derivar de este trastorno.
Según datos de un nuevo estudio, publicado en la revista Motivation and Emotion, investigadores de las universidades Carleton y McGill de Canadá pidieron a los estudiantes de primer año que llevaran un diario durante siete días.
Su intención era averiguar si el FOMO estaba asociado con ciertos rasgos de la personalidad (como apertura, conciencia, extroversión, simpatía y neuroticismo) y si los medios y redes sociales desempeñaban un papel significativo en ello.
Los estudiantes recibieron cinco alertas para completar una encuesta a lo largo del día, donde tuvieron que responder preguntas sobre sus experiencias cotidianas. Al final del semestre, rellenaron un cuestionario online sobre su bienestar y satisfacción.
Los resultados mostraron que el nivel de FOMO aumentaba según avanzaba el día y según terminaba la semana. Además, los estudiantes que estudiaron, trabajaron y realizaron más tareas “obligatorias», reportaron tener mayor nivel de FOMO.
Sorprendentemente, rasgos de personalidad como el neuroticismo o la extroversión no tuvieron ningún impacto en el número de personas que experimentaron FOMO. Aún así, el trastorno sí que se asoció con fatiga, estrés y problemas para dormir.
Los investigadores también observaron cómo las redes sociales afectaban al nivel de FOMO, y encontraron que, en general, no importaba realmente el canal por el que la gente se enteraba de esa actividad o evento en el que no se encontraban (daba igual si se lo contaba un amigo que si se enteraba a través de las redes sociales, el nivel de FOMO era el mismo en ambos casos). Sin embargo, es importante resaltar el hecho de que es mucho más probable que enterarnos de los planes de nuestros amigos y familiares a través de las redes sociales, que el que estos puedan contárnoslos en persona.
Los investigadores también quisieron saber si sentimos FOMO aunque nos estemos divirtiendo. Pidieron a los participantes que leyeran sus planes para la noche, y luego una actividad alternativa que pudieran hacer en su lugar.
Los participantes siempre eligieron el plan previsto, y luego se les «recordó» la actividad alternativa a través de las redes sociales o de un amigo. No importa cuánto les gustara el plan que habían elegido, experimentaban altos niveles de FOMO y se sentían negativos y distraídos cuando se enteraban de esa otra alternativa de ocio a la que no asistían.
Algunas personas son más susceptibles que otras
Este “miedo a perderse algo” por lo general provoca sentimientos negativos, como el aburrimiento y la soledad, lo cual tiene un impacto en el bienestar psicológico de la persona. Pero, ¿todos somos igual de susceptibles?
En general, es probable que los estudiantes sientan mayores niveles de FOMO debido a la presión de «sacar el máximo provecho» de su experiencia académica (sobre todo en período universitario).
De hecho, un estudio de la Universidad de Columbia Británica encontró que el 48 % de los estudiantes de primer año tienen menos sentido de pertenencia social y creen que sus compañeros están más conectados socialmente de lo que realmente están.
Tener un mayor o menor nivel de FOMO también podría depender de nuestra propia satisfacción. Un estudio de la compañía de comunicaciones de marketing James Walter Thompson encontró que el FOMO contribuye a la insatisfacción de una persona con su propia vida social, por el hecho de sentir que “tienen menos”.
Según un artículo de Eric Barker en TIME, las personas inseguras pueden ser más susceptibles a padecer este trastorno. Por ejemplo, cuando te enfrentas a un exceso de publicaciones en Instagram y Facebook sobre la vida de otras personas, puede crearnos cierta sensación de desconexión con nuestro círculo social.
«Pero cuando uno se ve atrapado en el bucle de FOMO, sintoniza el mundo real y sintoniza el falso», asegura Baker. «Y eso es lo que la investigación muestra: la gente con FOMO deja de prestar atención a la vida y recurre a las redes sociales para su cura de la felicidad”.
De acuerdo con el psicólogo Nick Hobson, en Psychology Today, una manera de combatir el FOMO podría ser enfocarse menos en las pérdidas potenciales de “perderse cosas” y más en las ventajas de lo que realmente estamos haciendo en ese momento. «Claro. Es más fácil decirlo que hacerlo. Pero hasta que llegue la solución perfecta, mientras tanto, consuélese sabiendo que FOMO se reduce con la edad. Así que no hay necesidad de temer ese próximo cumpleaños”, señaló Hobson.
Fuente: Science Alert
Belén Robles González