¿Recordáis «El nombre de la rosa»? Todas las personas que leían el volumen perdido de Aristóteles morían debido a que sus páginas estaban untadas con arsénico. Pues bien, algo parecido acaba de descubrirse en la realidad. Investigadores de la Universidad del Sur de Dinamarca han encontrado que tres volúmenes de los siglos XVI y XVII estaban envenenados con esta sustancia.
El descubrimiento se produjo por puro azar. Los investigadores analizaron dichas obras con rayos X, porque tenían sospechas de que sus cubiertas estaban fabricadas con restos de pergaminos más antiguos. Y fue así como encontraron que los volúmenes estaban impregnados con arsénico.
Dependiendo del tiempo que hubiese durado la exposición a dicha sustancia, la persona que usase dichos libros podría haber sufrido trastornos en la piel o en el estómago. El arsénico puede matar, pero en este caso la dosis no parecía suficiente como para acabar con la vida de un ser humano.
Pero, ¿por qué impregnó alguien dichos volúmenes con veneno? Los investigadores creen que quien lo hizo, buscaba así preservar los libros de la acción destructora de los insectos y los parásitos que devoran el papel y el pergamino.
Fuente: ScienceAlert.
Vicente Fernández López