La NASA ya tiene en mente dos nuevas misiones, que si todo va bien, se llevarán a cabo en los próximos 8 años. Una primera consiste en llegar hasta un cometa para conseguir muestras y una segunda implicaría alcanzar la luna de Saturno “Titán” para comprobar si hay vida.
La primera de ellas, encabezada por Steve Squyres de la Universidad de Cornell, se llama CAESAR e implicaría enviar una nave espacial al cometa Churyumov-Gerasimenko (el cual ha sido explorado recientemente por la Agencia Espacial Europea), para recolectar al menos 1 kilo de muestras orgánicas de la superficie y traerlas de vuelta a la Tierra para su posterior análisis. La idea es descubrir cómo contribuyeron estos cometas en la creación de vida en la Tierra.
La segunda misión, liderada por Elizabeth Turtle del Johns Hopkins Applied Physics Laboratory, se conoce como Dragonfly. Su propósito es aterrizar sobre la superficie de una de las lunas de Saturno, llamada Titán, la cual tiene una probabilidad muy alta de albergar algún tipo de vida alienígena. La idea es que se vaya posando en varias zonas para ir recogiendo muestras y datos sobre los materiales que componen su superficie y cómo son las condiciones atmosféricas que la rodean.
Este tipo de misiones forman parte del programa “New Frontiers” con el que se anima a científicos de todo el mundo a proponer proyectos con los que explorar nuestro sistema solar. Están considerados de “clase media”, es decir, que no son tan caros como sus principales misiones en el espacio. Aún así, el coste puede ronda el billón de dólares. Hasta el momento, ya existen 3 misiones en curso y que han sido financiadas por el programa: el New Horizons que voló sobre Plutón el 14 de julio de 2015, la sonda espacial Juno dedicada al estudio de Jupiter y la nave espacial Osiris-Rex, que está en camino de conseguir muestras de un asteroide en 2018.
Fuente: The Verge
Alberto Pascual García