El modo en que el océano transportaba calor, nutrientes y dióxido de carbono durante la última edad de hielo, unos 20.000 años atrás, es significativamente diferente de lo que previamente se pensaba. Los hallazgos sugieren que los océanos circulaban a una velocidad muy lenta, debido al frío, lo que les permitió almacenar mucho más carbono durante mucho más tiempo comparándolo con la capacidad de los mares actuales.
Científicos de la Universidad de Cambridge han analizado la información contenida dentro de las conchas de pequeños animales conocidos como foraminíferos, para deducir las características del agua de mar en el Océano Atlántico durante la última edad de hielo, incluyendo su capacidad para almacenar carbono. Dado que los niveles de CO2 atmosférico durante el período fueron alrededor de un tercio inferiores a los de la atmósfera preindustrial, los investigadores buscaban descubrir si el carbono adicional que no se encontraba en la atmósfera se almacenó en las profundidades del océano.
Los resultados, publicados en Nature Communications, demostraron que el carbono se acumuló en los organismos y, a medida que estos morían, se hundían en las profundidades de los océanos. Allí se liberó el carbono que quedó atrapado durante miles de años debido a que los océanos se movían a un ritmo hasta diez veces más lento que lo actual.
La capacidad de reconstruir el cambio climático pasado es una parte importante para entender por qué el clima de hoy se comporta como lo hace. También ayuda a predecir cómo el planeta podría responder a los cambios provocados por los seres humanos, como la emisión continua de grandes cantidades de CO2 a la atmósfera. Esta información es vital ya que los océanos funcionan como una cinta transportadora gigante, llevando calor, nutrientes y gases por todo el planeta.
Juan Scaliter