A menudo pensamos que nuestro cerebro es el centro de la función y el control motor complejo, pero ¿cuan inteligente es la médula espinal?

Se sabe que los circuitos en esta parte de nuestro sistema nervioso viajan a lo largo de la columna vertebral, controlan cosas aparentemente simples como el reflejo del dolor en los humanos y algunas funciones de control motor en los animales.

Ahora, una nueva investigación, liderada por Andrew Pruszynski, ha demostrado que la médula espinal también puede procesar y controlar funciones más complejas, como la posición de la mano en el espacio.

«Esta investigación – explica Pruszynski – ha demostrado que al menos una función importante se está realizando a nivel de la médula espinal y abre una nueva área de investigación:¿qué más se hace a nivel espinal que desconocemos?”.

Los resultados han sido publicados en Nature Neuroscience.

El movimiento de la mano requiere entradas sensoriales de múltiples articulaciones, principalmente el codo y la muñeca. Anteriormente se pensaba que estas entradas eran procesadas y convertidas en órdenes motoras por la corteza cerebral del cerebro.

El equipo de Pruszynski midió el tiempo que le tomaba a los músculos en el codo y la muñeca, responder a un golpe al levantar el brazo. Al medir la latencia, o retraso, en la respuesta, pudieron determinar si el procesamiento estaba ocurriendo en el cerebro o en la médula espinal.

“Descubrimos que estas respuestas suceden tan rápidamente que el único lugar desde el que se pueden generar es en los propios circuitos vertebrales – añade el coautor Jeff Weiler –. Lo que vemos es que estos circuitos vertebrales no se preocupan realmente por lo que está sucediendo en las articulaciones individuales, les importa dónde está la mano en el espacio y generan una respuesta que intenta volver a poner la mano en su lugar”.

Esta respuesta generada por la médula espinal se denomina «reflejo de estiramiento» y anteriormente se pensaba que era muy limitada en términos de cómo ayuda el movimiento.

Este hallazgo se suma enormemente a nuestra comprensión de la neurociencia y la neurocirugía y proporciona nueva información y objetivos para la ciencia de la rehabilitación.

Juan Scaliter