La publicación BMJ Case Reports, recoge el caso de una paciente escocesa que acudió a una revisión oftalmológica rutinaria en la ciudad de Dundee. Fue así como los médicos descubrieron que tenía un extraño quiste incrustado en el párpado de uno de sus ojos, que requería ser extirpado.
En el quirófano, los médicos descubrieron que lo que había ocasionado el quiste era una lentilla que había quedado atrapada en el ojo de la paciente. Pero, ¿cómo había llegado hasta allí, si la mujer decía que no había usado lentes de contacto desde que era adolescente?
Haciendo memoria recordó que cuando tenía 14 años recibió un golpe en el ojo mientras jugaba al bádminton. En aquel tiempo, la paciente sí usaba lentillas, pero una de ellas nunca apareció, por lo que se asumió que se había caído a consecuencia del impacto. Pero la realidad era que había quedado incrustada en el párpado, donde permaneció nada menos que 28 años, sin que la mujer se percatara de ello.
Fuente: ScienceAlert.
Vicente Fernández López