En la madrugada del pasado 29 de agosto, los monitores de la Estación Espacial Internacional detectaron una fuga de aire . Con la ayuda de los centros de control de Houston y Moscú, los astronautas localizaron el lugar de la pérdida. El orificio se encontraba en la cápsula Soyuz, acoplada a la estación desde el mes de junio, y tenía dos milómetros de ancho.
Los astronautas procedieron a sellarlo con una cinta aislante capaz de resistir emperaturas extremas de entre -200 y 400ºC.De todas formas, fue necesario usar oxígeno de otra nave de aprovisionamiento también acoplada a la estación, la Progress 70, para estabilizar la presión.
La pérdida de oxígeno se produjo a un ritmo tan lento que, según las agencias espaciales, los astronautas nunca corrieron un peligro real. Con respecto a que pudo causarla, se cree que pudo ser debida al impacto de un micrometeorito.
Fuente: Scientific Américan.
Vicente Fernández López