Cuando caminamos hacemos ruido. Y cuando masticamos, también. Pero no somos conscientes de ello. ¿Por qué? Pues tal y como ha descubierto un estudio realizado por neurobiólogos de la Duke University, es debido a que nuestro cerebro tiene un filtro que nos impide escuchar el sonido de nuestros propios pasos, para permitirnos así centrarnos en los sonidos del ambiente.
El descubrimiento fue posible gracias a un experimento con ratones. Los cobayas fueron puestos a caminar sobre un piano, de tal forma que con cada paso tocaban una nota determinada. Y al mismo tiempo se registró su actividad en el córtex auditivo, el área del cerebro que procesa la información relativa a los sonidos.
Y lo que observaron fue que, conforme se acostumbraban a escuchar el sonido hecho por el piano cuando caminaban, su actividad en el córtex auditivo iba decreciendo. En cambio, cuando los investigadores cambiaron el sonido que hacía el piano, esa actividad volvió a ser intensa.
El hallazgo revela que los ratones (y también los humanos) tenemos una especie de filtro sensorial que nos hace ignorar los ruidos de nuestros propios pasos, para así poder escuchar los ajenos. Pero si se cambia ese ruido característico, el cerebro hace que volvamos a ser conscientes del nuevo sonido hasta que nos acostumbremos a él.
Fuente: LiveScience.
Vicente Fernández López