La arena de una playa contiene mucha más información de lo que parece. Lo fina que es en la zona más cercana a las olas da una idea de la fuerza de la rompiente; el lugar de la costa donde se deposita el material ofrece pistas acerca de la dirección del viento dominante en la zona; la inclinación con que se acumula, cuando el dato se conjuga con la dureza de la roca que conforma la costa, revela la edad del arenal… Algunas características pueden conocerse de un solo vistazo, solo por el color de la arena.
El tono suele ser el de las rocas del entorno, que son arrastradas por el viento, y el de las que hay bajo el agua, que llegan por el empuje de las olas. Pero también hay restos de erupciones volcánicas pretéritas, de coral y conchas fragmentadas, e incluso de piedras preciosas que, a consecuencia de la erosión, dan un toque de glamour a la playa. El resultado es una paleta de tintes rojos, negros, verdes, rosas…