Éste es Pierre
Éste es el aspecto de Pierre, un pingüino que ha perdido su piel por lo que no puede meterse en el agua.
Traje a medida
Perder el plumaje es una catástrofe para un pingüino. A menos que, como Pierre, viva en la Academia de Ciencias de California. Sus científicos le han diseñado un traje para que vuelva a zambullirse en el agua.
¿Higiene o frescor?
La explicación más común a la cabeza rala de los buitres es que así evitan pringarse de la sangre y los gérmenes de la carroña que comen. Pero investigadores de la Universidad de Glasgow (Reino Unido) afirman que también les sirve para mantener el calor.
Reina de belleza
Spock, esta rata de la variedad sin pelo oddey dumbo, le hace ojitos a su dueño, el estadounidense Dale Jean Taylor, que ejerce de jurado en concursos de ratas como ella. Tiene que haber gustos para todo.
Sin bigotes
Los esfinge son una raza de gatos relativamente reciente. Compensan su falta de pelo con un manto de arrugas que les aisla del frío. Además, elevan su temperatura con un metabolismo muy rápido, que les provoca un apetito constante. Su tacto es suave y cálido.
Mi primer retrato
Este cálao terrestre vino al mundo en el zoo de Exmoor (Reino Unido). A los tres días de nacer, la piel de las crías de esta especie pasa de gris a negro.
Al cuarto día, las plumas empiezan a atravesar la piel y, ocho semanas más tarde, ya las cubren por completo.
Remedio radical
Cuando llegó a la asociación protectora británica RSPCA, la melena de este gato persa estaba tan enredada, que sólo hubo una solución: coger las tijeras y… ¡zas!
Punkie y elegante
Un penacho en la frente es el único resto de pelambre que les queda a los perros viringos, una raza muy popular en Perú. Los incas ya los usaban como mascotas y han protagonizado numerosas historias populares.
Ternura desvalida
Un wombat abandona la bolsa marsupial de su madre a los 6 ó 7 meses, ya cubierto de pelo. Pero la mamá de Maggie murió cuando ella tenía 4 meses y hubo que recurrir
a las mantas.
Hay cada madre…
La de Reggie se pasó de cariñosa. Esa lastimera calvita se debe nada menos que a las exageradas caricias y chupetones que le prodigó su efusiva progenitora. Por suerte, en cuanto el pequeño babuino se independizó, recuperó toda su cabellera.