James Bond nació en abril de 1941 en el casino de la localidad portuguesa de Estoril. El país luso gozaba del envidiable estatus de neutral en una Europa aterrorizada por la II Guerra Mundial. Hasta allí llegó Ian Fleming, con solo 33 años, en calidad de agente del MI6, el servicio secreto británico.
Derrota en el juego, victoria en la literatura
Faltaban dos meses para que Hitler traicionara a su aliado Stalin e invadiera Rusia, pero los aliados ya tenían indicios de que los nazis iban a iniciar una nueva ofensiva en el este. Por eso, buscaban tender lazos de amistad con los rusos.
Fleming tenía como misión en Portugal sobornar a un alto diplomático soviético llamado Dusko Popov, pero perdió el dinero destinado a tal fin jugando al blackjack con un general alemán.
Aquella fue la última misión activa del futuro escritor que, como castigo, se pasó el resto de la guerra trabajando en un despacho. Y eso que unos años antes, en 1939, se había ganado el respeto de sus compañeros participando en la llamada Operación Ruthless. Se trató de una incursión de comandos, durante la cual los británicos lograron robar varios códigos cifrados que permitieron desvelar las claves de Enigma, el código secreto que los nazis usaban para cifrar sus mensajes.
En 1945, acabada la guerra, Fleming solicitó la baja en el servicio secreto y recuperó su antigua profesión, la de periodista. Antes de la contienda había sido corresponsal para Reuters en Asia, y al cesar en su trabajo para el Gobierno recibió una oferta para convertirse en articulista del diario The Times. Paralelamente a su trabajo en prensa, comenzó a publicar sus primeros relatos, algunos de los cuales, como el famosísimo Chitty Chitty Bang Bang (una fantasía sobre un coche volador), dirigidos al público infantil.
Pero fue en 1953 cuando publicó la novela que cambió su vida: Casino Royale. Era la crónica de la intensa aventura de un agente secreto frío, duro y seductor, con la misión de desplumar en una partida a un terrorista internacional llamado Le Chiffre.
Fleming cambió Estoril por Mónaco y la II Guerra Mundial por la Guerra Fría, pero no había duda… Tal y como confesó en su biografía, el relato era su revancha personal por aquella partida perdida años atrás. El agente británico era su álter ego (muy idealizado, por supuesto), y Le Chiffre el trasunto del general alemán que le había desplumado. Solo que ahora Fleming se tomaba el desquite.
Víctima de una vida repleta de excesos
Pero lo más importante es que en aquella novelita nació James Bond. Vendió un millón de ejemplares solo en Inglaterra, y Casino Royale se convirtió, además, en la aventura de 007 más veces llevada al cine: la primera, en 1954, en un filme para televisión, con Barry Nelson como Bond y Peter Lorre como Le Chiffre; la segunda, una extravagancia de 1967 en la que el agente era interpretado a la vez por dos actores, David Niven y Peter Sellers, y en la que Woody Allen encarnaba a Jimmy Bond, el sobrino tonto de 007. Y la tercera, la versión con Daniel Craig.
Fleming escribió doce novelas de Bond. Al igual que les sucedió a otros autores (como Arthur Conan Doyle, padre de Sherlock Holmes), al final de su vida llegó a sentir hartazgo de su héroe. Paradójicamente, falleció en 1964 a los 56 años, dos meses después del estreno de 007 Contra el doctor No, el primer filme oficial de la saga. Sus detractores dijeron que la prematura muerte por un fallo cardíaco del escritor (fumador, bebedor, mujeriego y aficionado a todo tipo de excesos), demostraba la imposibilidad de la existencia de un portento biológico como James Bond, inmune a todo.