Papá, vuelve a casa
Hace años, Gemtasu, el jefe de la tribu, momificó con sus propias manos el cuerpo de su padre, Moymango. Ahora ha hecho traer sus restos, deteriorados por la humedad, para repararlos.
¿Víctima de un maleficio?
Gemtasu sufrió un duro golpe cuando su hija murió de forma inesperada. La tribu cree que el suceso fue obra de los voraces espíritus del suelo.
Restauración macabra
Para evitar que se deteriore aún más este cráneo, se untan con resina los restos de piel que quedan. Esta sustancia reduce la actividad bacteriana y elimina el mal olor.
La sabiduría de los muertos
Las momias son exhibidas en una galería, a la que los indígenas acuden para pedirles consejo y protección. Se estima que algunos cuerpos pueden tener más de un siglo de antigüedad.
El último paraíso virgen
Morobe, la provincia donde se encuentra la aldea de Koke, es una de las más montañosas de Papúa-Nueva Guinea. Además de los kukukuku, en ella vive un buen número de otras tribus, con una población total de más de 500.000 habitantes, que hablan 171 dialectos diferentes.
Con el ex jefe a cuestas
Tras el ritual, el cadáver de Moymango fue llevado de vuelta a la montaña, donde se depositaban los restos de los guerreros antes de que se prohibiera embalsamar a los muertos.
El héroe desconocido
Las gentes de Koke cuentan que estos son los restos de un gran guerrero, pero su estirpe se extinguió y ya ni los más viejos recuerdan su nombre ni sus hazañas.
Starbucks papú
El café es la mayor riqueza natural de la región de Morobe, donde viven los kukukuku. Estos granos se han convertido en el principal vínculo de la tribu con el mundo exterior, ya que poco a poco se animan a recolectarlos y a desplazarse a núcleos civilizados para venderlos.
Tocando el cielo
La aldea de Koke, donde viven los kukukuku, está situada a 1.500 m de altitud, a 13 km de la pista de aterrizaje más cercana. Fue descubierta en 1936 por la antropóloga británica Beatrice Blackwood.
Una lección magistral
Sirviéndose de un cerdo, los ancianos enseñan a los jóvenes cómo se secan los cadáveres, ahumándolos hasta hacerles perder el agua y la grasa.