Hemos encontrado un modo de transportar proteínas, virus y células humanas a la velocidad de la luz. Se trata de una impresora 3D de ADN, una impresora de vida”, aseguraba hace unas semanas Craig Venter. El nuevo planteamiento del creador del Proyecto Genoma Humano recibe el sugerente nombre de “teletransportación biológica”, y consiste en enviar mediante internet las instrucciones necesarias para imprimir vacunas.
La idea comenzó a gestarse cuando en 2009 Venter trabajó con el alcalde de la ciudad de México durante la epidemia del virus de la gripe aviar. En aquel momento, las Autoridades sanitarias no les permitieron sacar el virus fuera de la capital azteca para elaborar una vacuna. Eso demoró los esfuerzos para hacer frente al brote.
Si hubiera sido posible digitalizar el virus H1N1 y enviarlo por correo electrónico, habría llegado a todo el mundo instantáneamente.
Actualmente, el instituto que lleva su nombre está trabajando con el Servicio Nacional de Salud de Estados Unidos (NHI, por sus siglas en inglés) y con la multinacional farmacéutica Novartis para llevar a cabo la primera vacuna sintética que se imprime con tecnología digital de tres dimensiones. Un dispositivo con estas capacidades sería mucho más complejo que las actuales impresoras 3D, pero para los expertos el concepto es transferible a materiales biológicos.
El siguiente paso en la cabeza del genetista estadounidense es completar una biblioteca detallada de vacunas creadas mediante este procedimiento y enviar el archivo con el genoma correspondiente en caso de una epidemia.
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Pese a lo revolucionaria que pueda llegar a ser esta propuesta, ya se han situado los obstáculos y, al mismo tiempo, han surgido voces de alerta.
La dificultad para crear una impresora de vacunas como pretende Venter reside en que es imprescindible depositar una enorme variedad de nucleótidos y aminoácidos en una ubicación muy precisa, y enlazarlos después químicamente. De lo contrario, pequeñas alteraciones en la estructura pueden hacer que la proteína impresa actúe de un modo inesperado.
Un virus en tu spam
Si la impresora que planea crear Venter sale al mercado, habría que leer la letra pequeña de sus efectos, ya que, por ejemplo, del mismo modo que esta tecnología puede cosechar grandes éxitos en la cura de epidemias, es capaz de sembrar y diseminar nuevos tipos de virus.
Por eso, resulta necesario contar con un protocolo de autentificación de los envíos. De acuerdo con el impulsor, la máquina ya cuenta con un “sistema antivirus realmente bueno. Aunque la regulación será un aspecto interesante. Recibimos a diario cantidades de correo basura, gente que intenta vender medicamentos falsos y ganar dinero. Allí fuera hay un mundo muy complicado”.
Y por si fuera poco, no solo sería necesario adaptar la tecnología informática y crear nuevas leyes; también habría que lidiar con las farmacéuticas.
No es ciencia ficción
Craig Venter no es el único que está interesado en esta tecnología. El profesor de bioquímica y nanotecnología Lee Cronin está desarrollando, con la ayuda de su equipo de investigadores de la Universidad de Glasgow (Escocia), un dispositivo que será capaz de imprimir medicinas. La impresora 3D utiliza tintas químicas que mezclan los diferentes elementos en las cantidades exactas especificadas en el comando enviado.
El invento recibe el nombre de Chemputer, un vocablo que une la idea de química y computadoras. Su introducción a gran escala puede revolucionar la forma en la que concebimos la medicina y farmacia actual.
El propio Cronin reconoce que su invento está pensado para la fabricación de fármacos en ámbitos industriales, puesto que, como se puede imaginar, no habrá muchos gobiernos dispuestos a legalizar estas impresoras de medicamentos para uso particular. Aun así, su desarrollo puede suponer un cambio sustancial en el modelo de farmacias y dispensarios de medicamentos.