Alguna películas son concebidas para convertirse en grandes éxitos. Se contrata a los actores más famosos, a los mejores directores, no se ahorra en medios y, a la hora de la verdad… Nadie va a verlas.
O aunque la gente vaya, la película ha sido tan cara que resulta imposible recaudar lo invertido.
Vamos a repasar a continuación algunos proyectos faraónicos que naufragaron por sus ansias de grandeza.
Y, mucho ojo, porque algunos de los títulos de esta galería son auténticas obras maestras.
Corazonada (1984)
Francis Ford Coppola es un director genial pero como productor pues… digamos que las cuentas no siempre le salen. Ya con Apocalipsis now tuvo serios problemas. El rodaje fue tan caótico y la película tan cara que, a pesar de que fue un superéxito mundial, tuvo dificultades para recaudar la fortuna invertida en su producción. Pero con su siguiente película no tendría tanta suerte.
Corazonada fue un error desde el principio. Se trataba de un musical (atípico, eso si) filmado en una época en la que el género se consideraba muerto. Coppola rodó toda la película en unos decorados carísimos. Además, demostrando ser una persona extremadamente generosa, pagó a todos los técnicos y extras sueldos muy superiores a los que acordaban las normas sindicales. Además, cada día, al acabar el rodaje, los miembros del equipo eran agasajados con una cena-fiesta en la que no faltaba ningún capricho.
Si la película hubiera funcionado bien tal vez habría cubierto costes. Pero no la vio casi nadie. El público mundial le dio la espalda. Coppola entró en quiebra y tuvo que cerrar su productora, la Zoetrope. A día de hoy aún no ha pagado todas las deudas de aquella película.
Cleopatra (1963)
Si hay un filme que nació gafado en la historia del cine, fue este. Cuando le prepusieron a Elízabeth Taylor protagonizarlo, la actriz no tenía el menor interés pero, en lugar de declinar la oferta, lo que hizo fue exigir un sueldo exagerado: un millón de dólares de la época. Una suma jamás pagada antes a actor alguno. Pero, para su sorpresa, aceptaron pagárselo.
El rodaje comenzó en Inglaterrra, con el veterano Rouben Mamouliam como director. Una tormenta inesperada destruyó parte de los decorados, lo que ya detuvo inicialmente la filmación. Circunstancia que aprovechó Liz para exigir que despidieran a Mamouliam, con quien no se llevaba bien, y que contrataran a su amigo, Joseph L. Mankiewicz.
El nuevo director exigió trasladar el rodaje a exteriores egipcios y a decorados en Roma. Además obligó a sustituir a los interpretes masculinos, Peter Finch y Stephen Boyd por Rex Harrison y Richard Burton, con lo cual todo el material filmado hubo que rodarlo de nuevo.
Cuando parecía que todo empezaba a marchar bien, Liz enfermó de una hernia discal que obligó a operarla y la mantuvo seis meses alejada del plató. Al cabo de un año no se había rodado ni siquiera media película. El productor, fuera de si, le envió a Mankiewicz un expresivo telegrama: «Despida a Liz. Contrate a Kim Novak, a Marilyn o a su propia madre. Pero acabe la película de una jodida vez».
No hizo falta despedir a la Taylor y la película se finalizó año y medio después de comenzar a rodarse. La prensa de la época bromeaba incluso diciendo que los extras de Cleopatra aprovechaban el sueldo del rodaje para pagar las hipotecas de sus piscinas. Costó 30 millones d edólares y no llegó a recaudar ni dos.
El Dorado (1988)
La aportación española a esta galería. Para que no se diga que no «hacemos patria». En su momento, esta reconstrucción de la infernal aventura del conquistador Lope de Aguirre fue la película más cara de nuestro cine. Su presupuesto rondó los 1000 millones de pesetas de la época. La verdad es que el proyecto fue una equivocación desde el primer momento. Carlos Saura no era el director adecuado para rodar una película de pretensiones épicas, y, además, el filme contaba con el handicap de que ya existía una obra maestra anterior sobre la misma historia: Aguirre, la cólera de Dios (1972) del alemán Werner Herzog, con lo que tenía todas las papeletas para salir perdiendo en las comparaciones. Para colmo, la película acabó siendo narrativamente confusa y aburrida, contando además con un reparto totalmente equivocado (el protagonista, Omero Antonutti encajará muy bien en las películas de sus mentores, los hermanos Taviani, pero es uno de los actores menos carismáticos que conozco). ¿Resultado? El esperable en estos casos. Un batacazo en toda regla en la taquilla.
La puerta del cielo (1980)
Tras ganar multitud de oscars con El cazador (1978), Michael Cimino recibió de la United Artist carta blanca para que rodar lo que quisiera. Y el director se embarcó en este proyecto que haría historia. Pero no para bien, economicamente hablando.
Se trataba de un western, rodado en una época en la que el género no atravesaba por su mejor momento. Cimino se empeñó en construir un auténtico poblado del oeste, trayendo incluso un verdadero ferrocarril de la época. El rodaje, previsto para tres meses se alargó durante más de un año. El director tardó, por ejemplo, casi un mes en filmar la famosa y, por otra parte, preciosa escena del baile sobre patines.
La película resultante duraba cinco horas lo que hacía que fuera imposible estrenarla en cines. Cimino la cortó a tres pero la productora le obligó a dejarla en dos, con lo cual acababa pareciendo un trailer y resultando ininteligible. No fue a verla casi nadie y las pérdidas económicas fueron tan elevadas, que la United Artist tuvo que cerrar sus puertas para siempre.
Inchon (1980)
En 1979, Sun Myung Moon, líder de la famosa secta Moon, se sintió deprimido. Salió a dar un paseo por las calles de Seul y, sin saber muy bien como, se encontró dentro de un cine, y entónces volvió a recuperar la alegría y el ánimo. El místico interpretó aquello como una señal divina según la cual el Ser Supremo quería que produjese una película. El reverendo Moon empeñó los fondos de su organización en financiar junto a una productora americana una superproducción sobre la Guerra de Corea. No se repararon en gastos y para el reparto se contrató a actores de la talla de Jacqueline Bisset, Lawrence Olivier y Ben Gazzara. Pero, tal vez Dios no le habló al reverendo con suficiente claridad, o este no supo interpretar los designios celestiales de la forma correcta, porque la película se convirtió en uno de los diez mayores fracasos comerciales de toda la historia del cine. El filme costó 45 millones de dólares de la época y solo recuperó uno.
Intolerancia (1913)
Una de las obras capitales del cine. Absolutamente incomprendida en su época. Un fresco histórico en el que David Wark Griffith trató de criticar la intolerancia humana a través de tres historias: una ambientada en la antigua Babilonia; la segunda, en Francia durante la matanza de la Noche de San Bartolomé, y la tercera en la época contemporánea al propio filme. El presupuesto fue exagerado para su tiempo: un millón y medio de dólares, la mayor parte de los cuales fueron para construir los impresionantes decorados babilónicos. La película fue un fracaso comercial en toda regla que arruinó al maestro Griffith. Afortunadamente, el tiempo ha puesto las cosas en sus sitio y hoy en día se la valora como lo que realmente es: una auténtica joya del cine.
Ishtar (1988)
La comedia más cara de toda la historia del cine. Costó 36 millones de dólares, la mayor parte de los cules fueron para pagar las abultadísimas nóminas de dus dos protagonistas: Dustin Hoffman y Warren Beatty. La crítica se cebó excesivamente con ella afirmando que era una comedia sin gracia y que el único que estaba bien interpretativamente hablando era el camello que acompañaba a los dos actores durante la mayor parte del metraje. La consecuencia fue que el público se ausentó de las salas. Personalmente he de decir que cuando la vi en su momento me reí bastante. Pero reconozco que yo a veces tengo la risa fácil.
La isla de las cabezas cortadas (1995)
En 1988 Roman Polanski cosechó el mayor fracaso de su carrera con Piratas. Y casi una década después a Renny Harlin le ocurrió lo mismo con esta cinta protagonizada por la que entonces era su esposa, Geena Davis. Eso hizo que durante mucho tiempo se dijera en Hollywood que las películas de este género estaban gafadas. Hasta que el superéxito de la saga Piratas del Caribe demostró lo contrario. Pero esa es otra historia.
El caso es que La isla de las cabezas cortadas es una de las películas de bucaneros más aburridas de todos los tiempos. Una superproducción absurda que supuso a sus responsables unas pérdidas de casi 90 millones de dólares. Corre por ahí la leyenda de que parte del presupuesto fue malgastado por el matrimonio Harlin-Davis en cosas tan estúpidas como trasladar en avión a EEE UU un asno blanco que habían comprado en Malta durante el rodaje. Si la historia es cierta, todo se explica. ¿No creen?
Waterloo (1970)
Esta reconstrucción de la célebre batalla fue la mayor superproducción cinematográfica de la Unión Soviética. No se repararon en gastos. Las armas, los uniformes, los escenarios…. todo se recreó con un realismo minucioso. Y se contrató a un reparto de campanillas. Rod Steiger para encarna a Napoleón, Christopher Plummer, para el papel de Wellington. Y junto a ellos estrellas como Orson Welles, Jack Hawkins, Simon Ward… El ejército soviético hizo además las veces de extras para poder reunir los suficientes figurantes necesarios en una película de estas características. El resultado estuvo artisticamente a la altura, ya que Waterloo cuenta probablemente con una de las mejores recreaciones de una batalla jamás rodadas. La escena de la carga de la caballería francesa contra los cuadros formados por la infantería británica es realmente impresionante. Pero, por esos misterios que nadie se expllica, el público de la época no supo apreciarla y la película no recaudó ni la cuarta parte del capital invertido. Una verdera lástima.