El primer zapato
La degradación de los materiales con los que se construían los primeros zapatos ha impedido que pervivan restos que indiquen cuándo fue su origen. Sin embargo, Erik Trinkaus, profesor de Antropología Física en la Universidad de Washington, ha deducido que el ser humano empezó a calzarse hace 30.000 años. Trinkaus basa su teoría en la merma de resistencia de los huesos del pie del hombre en el Paleolítico Superior, frente a la pierna, donde apenas hubo alguna modificación. En la foto, un modelo del 3500 a. C.
Los del Papa
El zapatero mexicano Armando Martín, propietario de una fábrica de calzado en Guanajuato, muestra un modelo similar al que regaló al papa Benedicto XVI durante su viaje al país en 2012.
Con olor a azahar
Los Scented Shoes de Sara Navarro huelen a cerezas o a azahar. Esta propiedad se logra incrustando unas micropartículas aromáticas en el zapato, de forma que al caminar se libera la esencia, que permanece inherente al material durante años. Según la firma, son los únicos zapatos perfumados del mundo.
El modelo de Luis XIV
Durante el reinado del Rey Sol se desarrolló en Francia el comercio y la industria del calzado gracias al apoyo de Jean-Baptiste Colbert, ministro del Gobierno. Este ejemplar, ornamentado con puntillas y pedrería, es una réplica de uno de los diseños que solía usar Luis XIV en Versalles. El modelo se fabricó en 1715.
El botín de Mussolini
Dentro de este calzado estuvieron los pies de Mussolini. Con 1,66 de estatura y un número 41, el dictador solía recurrir al artesano Domenico Bertulli para la fabricación de su calzado. Fue este zapatero el que creó el par con el que Mussolini fue ejecutado por un grupo de partisanos en 1945.
Lujo en el siglo XV
Este par perteneció a Francisco I Sforza, un condotiero italiano mencionado frecuentemente en El Príncipe de Maquiavelo.
Almohadillas de áloe vera
En la base de la planta, donde el pie ejerce toda la presión, Mascaró sitúa una almohadilla de áloe vera. Tiene un espesor de 3 mm y su misión, además de fungicida, es aumentar el grado de confort en el zapato de tacón.
Sin deslices
Uno de los retos de las firmas de calzado es evitar el deslizamiento. Los diseños se realizan en función de cómo y dónde va a ser utilizado el modelo. El dibujo en espiga de una zapatilla de deporte se ajusta perfectamente al movimiento multidireccional de los pies del jugador, mientras que el calzado para un tenista varía en función del tipo de pista sobre el que va a jugar. Pero mejorar el agarre de los materiales actuales es ya casi imposible. La vía para lograrlo es la nanotecnología. El Instituto de Biomecánica de Valencia está trabajando en un proyecto de nanofricción con la empresa Avanzare. Su objetivo es mejorar las propiedades antideslizamiento embebiendo nanopartículas en la suela. Probablemente, dentro de un año esté ya disponible.